lunes, 31 de diciembre de 2018

Recapitulando 2018


Advierto que no se trata de una recapitulación general del año 2018, que ya hemos agotado: San Silvestre, olvídate de este, o San Seacabó, que en la gloria estés. Tan solo, y humildemente, pretendo revisar todas las entradas de mi blog en este año, como vengo haciendo desde el inicio, allá por 2013. Quiero con ello que los lectores habituales repasen por si hay algo que les pueda interesar, que se perdieron. Y para que los que caigan aquí por casualidad puedan ir directamente a una entrada que les llame la atención. Es, digámoslo así, una especie de índice desordenado.

Comencé el año con una reflexión 5 cuestiones que no entiendo —y sigo sin entender—, que no deja de tener un cariz político. Y a continuación publiqué una reflexión puramente política Visca Tabarnia lliure, que complementaba a la anterior (de 2014) Visca Catalunya lliure. Normalmente las ideas políticas nos separan y me da miedo a exponerlas, ya que podría buscarme rechazos. Pero no puedo resistirme. No espero que nadie me dé la razón, pero si sirven para reflexionar y que cada uno confirme sus ideas propias, pues ya son útiles. En este año también realicé dos cuentos ideológicos: Los brutos y El parque. Para terminar el año con una potente reflexión Los intransigentes.


De mi estudio sobre la narrativa gráfica este año ha sido prolífico en entradas, he tenido cinco, comenzando a estudiar el arte canónico de los cómics: El siglo XIX y los tebeos, Si es arte no puede ser tebeo, Crítica a la Historia de los Tebeos I (curioso, luego no he publicado la II), ¿Quién inventó los tebeos? y Los primeros historietistas de profesión.


He realizado tres reseñas. Una sobre la novela El Cid Campeador, simplemente Rodrigo, de mi amigo Carlos del Solo, a quien tuve el placer de presentar y que se ha posicionado entre las tres entradas más populares del blog. Luego escribí la reseña que tradicionalmente realizo sobre el libro colectivo de la Asociación la Sombra del Ciprés, que esta vez era infantil: Érase una vez… en Ávila. Y una propia, la de mi primera novela, El Inmaterial, que he reeditado en este 2018, diez años después.

También he sido prolífico en relatos. Comencé por La Ascensión de Ascensión, del que me siento particularmente satisfecho. El rato, que explora la polisemia de la palabra con un toque de humor. El surrealismo puro de ¡Qué calor! El relato humorístico Dices tú de mili, publicado en “El mundo según los abulenses Vol.2”. Y los dos relatos ya mencionados en la etiqueta de “Política”: Los brutos y El parque.

De mi defensa quijotesca del Castellano únicamente he publicado la entrada titulada El género gramatical.

He tenido también mi incursión poética con una sola entrada: Tres cantos a la desesperanza.

Igualmente he contado una historia, real y verídica: Yo solo soy el jardinero.

En la “Vida literaria” he reseñado La IV Gala de Premios “La sombra del ciprés”, como siempre con un reportaje gráfico y un apunte sucinto de lo ocurrido.

Y, por fin, dos esbozos de “Viajes”, en plena naturaleza y llenos de arte. Cerro Gallinero, un espacio de Arte-Naturaleza en Hoyocaseo (Ávila) y El monasterio de Guisando, en El Tiemblo (Ávila).


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