El cuco es un pájaro que deja sus huevos en el nido de otras aves y cuando nace el polluelo se deshace de la competencia para que los padrastros le alimenten solo a él. Pues bien, la lengua inglesa se comporta igual que un cuco, está empujando para sacar del nido al idioma castellano, entre otros.
El inglés se está instalando en ámbito hispanohablante, está pudriendo el idioma y lo lleva camino de la extinción:
pronunciación de fonemas que no son propios, empleo de estructuras lingüísticas
ajenas, introducción de neologismos sin medida, titulación de series y
películas en inglés e incluso locución de comerciales publicitarios en la
lengua anglosajona. No hay canción que no esté cantada en inglés o, mucho peor,
en spanglish como el reguetón.
La corrupción de la ortografía castellana es sutil, pero
continua, casi se diría que es una argucia sibilina. Ya no se adaptan palabras,
como el clásico güisqui, sino que se leen a las bravas, trastocando la fonética
castellana. Ejemplos: infinitos, cada vez más. Solo para tomar conciencia,
citaré muy pocos: imeil, cuando escriben email en lugar de correo;
desierto del Sájara, escribiendo Sahara; táblez —para tablet—
en vez de tableta, jéiters —hater—, por incordiantes, latosos o tocapelotas;
féiks —fake—, en lugar de bulos o noticias falsas…
La corrupción lingüística se va asentando. En las
universidades dan más importancia al inglés que a la materia de la carrera. He
escuchado en televisión un nuevo verbo: vacinar —de vaccine— en
lugar de vacunar, y otros palabros como coronavairus o cóvid —esta
última así, como palabra llana, aunque luego la escriben covid—. He oído en una
emisora de radio de ámbito nacional decir al locutor en inglés una palabra
francesa, vintéich —vintage—. E incluso palabras castellanas
pronunciadas en inglés como si tuvieran la boca llena de agua: Carolina
Herrera.
Los barbarismos no tienen por qué ser perniciosos para los
idiomas, pues siempre los han adoptado y se han enriquecido con ellos. Lo que
es muy dañino es utilizarlos de forma masiva, sin adecuar y sin sentido. Esto
hace que la lengua se corrompa y vaya perdiendo coherencia y, especialmente,
que el lenguaje escrito sea complicado de interpretar, pues no se respetan las
normas fonéticas y ortográficas propias —cuándo se aspira la hache y cuándo no,
cuándo una «a» se pronuncia como «ei», etc.
Pero la unificación lingüística planetaria es algo
premeditado, o al menos fomentado. El capitalismo y el neoliberalismo cosifican
a las personas y pretenden eliminar todo elemento crítico. Hoy en día, con la
potencia de los medios digitales, pueden procesar todos nuestros gustos y
manipular nuestras decisiones enfocándolas a aquello que quieren que
consumamos o que votemos. Para ello utilizan las redes sociales y e incluso controlan lo que
pagamos con nuestras tarjetas. Luego venden esos macrodatos —os lo traduciré al
inglés para los que ya estéis infectados: big data— y les viene mejor que
estén todos in inglis. Quieren que el «mercado» hable una sola lengua,
con la que consiguen penetrar en nuestra voluntad y manipularnos, para que
seamos todos sustituibles y más baratos. Un júligan inglés tomando un
coffee con leche in plaza mayor, podrá pedirlo en su idioma —no se
preocupará en aprender ninguno más— y el camarero le entenderá, ya sea de
Cáceres, de Montevideo o de Atenas.
El idioma elegido es el de los principales países
capitalistas y ya hay regiones del mundo que pronto entenderán que sus lenguas
vernáculas son innecesarias —innecesarias para el capitalismo—, por lo que las
irán perdiendo. La riqueza cultural desaparecerá y todo idioma que no sea
inglés pasará a ser lengua muerta como el latín, el arameo o el griego clásico.
Me temo que en este proceso subyace un complejo de
inferioridad de los hispanohablantes con respecto al idioma anglosajón, al que
nos inducen a admirar, por ser el que se habla en las naciones punteras del
mundo —puntero significa capitalista—. La ciencia se hace en inglés, al igual
que las nuevas tecnologías y el comercio. Se avergüenza a quién a estas alturas
del siglo XXI en Europa no habla inglés y se menosprecian los idiomas en los
que cada pueblo se ha desarrollado culturalmente.
Me he centrado en mi lengua por razones obvias, pero si el
castellano está siendo masacrado, a pesar de ser una de las más habladas a
nivel mundial, no digamos qué es lo que ocurre con otros idiomas como el
catalán, gallego, vasco, sueco, e incluso alemán. Estos desaparecerán antes. Tan
solo el francés le planta cara con la francofonía. ¿Por qué nosotros no?
No defiendo que no se aprenda inglés, no niego el valor del
bilingüismo, pero desde hace tiempo yo realizo esfuerzos por desaprender la lengua
de Shakespeare y perfeccionar lo que sé de la de Molière. ¿Por qué? Porque me
sale de los […]. Porque la influencia masiva del inglés está desvirtuando,
empobreciendo y dañando al idioma castellano. Porque por […] tenemos que
entender todos el «idioma del imperio neoliberal». Porque no quiero ni imaginar
que en unas decenas de años el único idioma de toda la humanidad sea el inglés.
Nota: Sustituir «[…]» por «cojones».