viernes, 30 de enero de 2015

Narrativa Gráfica III

Sé que estas entradas sobre mi pasión hacia la Narrativa Gráfica son, aparentemente, las que menos lectores atraen y que me he planteado dejar de ponerlas… Pero… Estoy con gripe y ya hace mucho de la entrada anterior, y esto ya lo tenía escrito. O tal vez sea una intentona desesperada por interesar a alguien. Cebo: Goya pintó un tebeo, tengo las pruebas.

¿Qué es el Arte?

Pienso que ya nadie duda de que contar historias con imágenes es una forma de Arte, con mayúscula, pero por si acaso aquí voy a dar alguna prueba.

Comenzaremos con una definición clásica. Un diccionario nos dirá que la palabra arte viene del latín ars-artis y que es la virtud, disposición y habilidad para hacer una cosa bien, o el acto por el cual el hombre, valiéndose de la materia, de la imagen o del sonido, imita o expresa lo material o lo inmaterial, y crea, copiando o falseando. Muy bonito, pero no explica nada. ¿Todo lo que hace el nombre bien es arte? ¡Pues yo he visto unas rotondas…!

Pero tenemos algo, el arte sería pues lo único genuino que nos diferencia de los animales, aparte de la religión y que, con fines prácticos o sin ellos, produce una reacción en otro ser humano a nivel comunicativo, que le impresiona a través de su sensibilidad. Es como un flash que une el espíritu del creador con el del receptor a través de un medio físico en el que está realizado. Entonces el arte no está en la obra tanto como en el artista y en su espectador. Decía Gombrich que “no existe, realmente, el Arte, tan solo hay artistas”. Si nadie duda de que la Piedad de Miguel Ángel es una obra de Arte es porque existe consenso inmensamente mayoritario de que Miguel Ángel es un artista, y por tanto está capacitado para transmitir esa “chispa” a su espectador.

¿Pero quién es un artista? Un ejemplo, Piero Manzoni produjo unas latas de conserva que llevaban una etiqueta que decía: “Mierda de artista” y además aclaraba: “contenido neto 30 gramos, conservada al natural, producida y enlatada en mayo de 1.961”. ¿Esto es una broma? ¿Esto es una obra de Arte? Pues como obra de arte fue “vendida a peso de oro” y adquirida por muchos coleccionistas que, como la mayoría de los coleccionistas, hacían una inversión con la esperanza de su revalorización. En este caso, aunque el “artista” se esté riendo para sus adentros de los “imbéciles” que pagaron su mierda a precio de oro, hay una propuesta conceptual en ello. Pero es necesario retroceder un poco para comprenderlo. Cuando el arte plástico derivó por derroteros que lo alejaron de la figuración realista, se fue abstrayendo hasta alcanzar su máxima cota en un Cuadrado negro sobre fondo blanco. ¿Se puede ser más abstracto? Pues sí. La prueba está en la posterior Cuadrado blanco sobre fondo blanco del mismo autor, Malevich. ¿Quién traspasa esta barrera? Pues nuestro amigo Duchamp, por un camino nuevo, ya que ni siquiera crea algo, sino que hace una labor de descontextualización, por ejemplo colocando una rueda de bicicleta sobre un taburete. ¿Se puede traspasar esta otra frontera? Pues todavía sí. El Arte Conceptual consiste, simplificando las cosas, en concebir una idea que llegue al espectador, sin importar el material con el que se realiza, ni tampoco buscando ningún tipo de belleza. Esto es lo que hace Manzoni, que reflexiona y trasmite al espectador la idea de que el Arte es el producto del Artista y su mierda, recién producida, es el nexo que tiene el comprador para poseer algo del artista. El material de realización es invisible, porque está dentro de una lata, que nadie se atrevería a abrir ya que perdería su valor económico, porque el envoltorio, la lata, es un material industrial sin valor alguno y no digamos el contenido. Hemos llegado a una obra de arte que no puede verse y que, además, teóricamente es mierda, aunque luego se aclarase que el contenido era yeso, pero eso no importa, porque lo que el autor vende es una idea y con ello produce una obra de arte. Esta es la explicación y tiene su coherencia, pero alguien heterodoxo como yo tiene ante sí dos enormes problemas. Uno: una vez que Manzoni vendió su mierda enlatada, cualquier otro artista puede hacer lo mismo, o la idea está “quemada”. Recordemos que los pintores holandeses del barroco hicieron numerosos retratos grupales de gremios sin “quemar” la idea. Y dos: la más importante, ¿quién ha asignado a Manzoni la cualificación de artista, ¿su título académico?, ¿la voluntad arbitraria de un crítico de Arte?, ¿su abuela?, ¿o él mismo? ¿Es artista cualquiera que se crea que lo es, o tiene que “santificarlo” un tercero que a sí mismo se da el título de “entendido”?


Únicamente hay un elemento objetivo que posibilita la calificación de alguien como artista, sin género de duda: EL TIEMPO. Todo lo que pervive de épocas pasadas ha sido tamizado por esa criba. Necesitamos la perspectiva del tiempo para no equivocarnos. Por ejemplo, José de Echegaray (1.832-1.916) fue un literato ampliamente valorado en su época, miembro de la Real Academia de la Lengua y de las Ciencias, diputado en la I República, fundador del Partido Republicano Progresista, literato de gran éxito con sus obras de teatro que, incluso, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1.904, pero al que hoy en día casi nadie recuerda, a excepción de los estudiosos especializados. Basta con citar los títulos de sus obras dramáticas más importantes para comprobar que nadie las conoce hoy en día: La esposa del vengador, Mancha que limpia, El gran galeote, El loco Dios o Mariana. Sin embargo en todas las recopilaciones de Literatura Española, incluso a los niveles académicos más elementales se incluyen las obras de su coetáneo Valle Inclán, que no fue Premio Nobel, ni tuvo tantos títulos, pero que con su obra dramática Luces de Bohemia ha tapado a todo el teatro del olvidado Echegaray. Otro ejemplo: El Greco, hoy tan valorado, no fue considerado en su día, pasó desapercibido y no gustó al rey mecenas Felipe II, rechazándolo para El Escorial, hasta que su figura fue rescatada del olvido siglos después. Y así existen multitud de anécdotas en las que las personalidades más valoradas por sus coetáneos han desaparecido de la Historia y, al contrario, muchos de los que murieron en la indigencia, como Van Goght, hoy son figuras de primerísima fila. Aplíquense el cuento y dense un baño de humildad algunos ególatras autores actuales, de cualquier vanguardia, que se ven a sí mismos como sumum de todos los logros artísticos y a los que el tiempo tapará con el polvo de las librerías donde nadie hurga.

Mi ejemplo de artista reconocido por todos para la Narrativa Gráfica es Goya. ¿Alguien me va a discutir que Goya es un artista? Y no voy a hablar de sus series de grabados, como los Caprichos o Los Desastres de la Guerra, que se asemejan a la Narrativa Gráfica en ciertos aspectos no esenciales, como su realización ex profeso para su publicación y distribución a través de librerías, el ensayo de niveles expresivos narrativos o la utilización de una línea muy similar a la de nuestros tebeos. No es eso, porque todo ello no es más que ilustración.

La “Obra Maestra” de la Narrativa Gráfica de Goya es una serie de seis cuadros pequeños, de 29,2 x 38,5 cm., realizados entre 1.806 y 1.807 y que se encuentran en el Art Institute de Chicago y que NARRAN la captura del bandido denominado El Maragato por Fray Pedro de Zaldivia. Coloquémoslos en una sola página a modo de seis viñetas, distribuyámoslos en una reproducción múltiple, como puede ser un libro o revista, y nadie dudará de que estamos ante una Narración Gráfica de uno de los grandes genios de la Historia del Arte.







Veamos la historia: Pedro Piñero, de origen maragato, desarrolló sus tropelías de bandido por tierras de Ávila, Cáceres y Toledo, junto a sus secuaces Martín Rodríguez “El Martinillo”, Lorenzo Almarza y “El Estudiante”, a finales del siglo XVIII y principios del XIX (1). El bandido arrepentido se había entregado a la justicia y fue condenado a diez años de trabajos forzados, cosa que no le satisfizo por lo que se fugó cuando llevaba sólo tres, en 1.806. Perseguido y acuciado por el hambre, cuando llevaba más de un mes huido, el 5 de junio, después de realizar varios robos asaltó la casa del guarda de la dehesa del Verdugal, cuando vio llegar al fraile Pedro de Zaldivia y a partir de aquí es Goya quien nos lo cuenta. Viñeta nº 1: El Maragato apunta al fraile con una escopeta, para encerrarlo junto al guarda, su mujer, dos hijos, el sobreguarda y un pastor, que aparecen al fondo. Viñeta nº 2: Como el bandido pidió unos zapatos antes de partir, fue el fraile a acercárselos. Viñeta nº 3: Tras esa aproximación entre ambos el fraile forcejea con el bandido con resultado incierto. Viñeta nº 4: El primero le arrebata la escopeta al segundo. Viñeta nº 5: El malhechor viéndose comprometido intenta huir, pero el fraile le dispara en un muslo y le espanta el caballo. Viñeta nº 6: El fraile ata al bandido herido mientras acuden en su ayuda el guarda y los demás. El final de la historia lo completaremos para los curiosos, pues ya no lo cuenta Goya en su tebeo. Es un final coherente con esa época dura y turbulenta: Pedro de Zaldivia dio aviso a la justicia de Oropesa y el rey ordenó un castigo ejemplar que consistió en un ahorcamiento el 18 de agosto de 1.806, que fue realizado en concurrida presencia de curiosos en la Plaza de la Cebada de Madrid, siendo descuartizado cuatro días después para esparcir sus restos por los caminos. Se dice que Goya asistió a la ejecución y conocía las andanzas del bandido desde que estuvo por tierras de Ávila con la corte del Duque de Alba.


Que nadie argumente que son cuadros autónomos, porque los tebeos también se reproducen de planchas independientes, realizadas en distintos soportes y materiales. La cuestión es que uno de estos cuadros por sí solo no dice nada, y el conjunto de ellos, colocados en un orden lógico, cuentan una historia, siendo esa la intención del artista. Podríamos añadir varios bocadillos con las órdenes del bandido, podíamos poner la onomatopeya del disparo, o líneas cinéticas de los forcejeos. Pero no son necesarios, porque Goya nos contó la historia sin ellos. Tal vez, si este lenguaje narrativo hubiera estado desarrollado entonces, el genial pintor habría utilizado esos convencionalismos. Tal vez, si este lenguaje hubiera estado desarrollado entonces, Goya no hubiera sido nunca un pintor, sino un narrador gráfico... Tal vez. Pero de lo que no cabe ninguna duda es que a pesar de todo Goya hizo una auténtica narración gráfica, un tebeo de principios del siglo XIX, y lo hizo porque era un experimentador y quiso contar una historia con secuencias gráficas.

Y hoy no termino con el comentario una narración gráfica, porque me he extendido demasiado y, además, ya tenemos una, nada menos que de Goya.

Ver las entradas anteriores relacionadas con esta:








(1) La historia del bandido maragato la narra Manuel Revuelta en su obra “El Fraile y el Bandido: Trasfondo histórico de unos cuadros de Goya”.

miércoles, 14 de enero de 2015

Llamando a las puertas del Cielo

–¡Toc, toc, toc!
–¡Ya va, ya va…! Un momento, que me estoy calzando las babuchas… ¡Caramba, sois vosotros!
–Sois vosotros, sois vosotros… ¿Pero tú sabes quiénes somos?
–Pues claro. Anda, qué no os habéis hecho notar.
–Por eso mismo. Al menos esperábamos un recibimiento de héroes.
–¿Héroes? No. Esos ya llegaron. Mirad, allí están.
–Pero si son los pintamonas. ¿Acaso no sabes que son los que ofendieron…?
–¿Ofender? ¿Pero tú crees que una simple criatura mortal tiene capacidad para ofender al ser supremo que lo creó? ¿Qué idea tenéis de Dios?
–Nosotros hemos muerto por Él, pero no vamos a permanecer junto a quienes le insultaron.
–No os preocupéis, si vosotros no os quedáis aquí, tenéis que descender más abajo…
–¿Qué estás diciendo? ¿Cómo que no nos quedamos en el Cielo?
–Claro, el Cielo es para las personas buenas. Ellos hacían reír, tuvieron buen comportamiento con sus semejantes, no hicieron daño a nadie…
–Pero eran infieles, nosotros fuimos fieles al dios verdadero, su dios no es…
–Para, para, para. ¿Cómo que dios verdadero por aquí, su dios por allí? Pero, ¿cuántos dioses pensáis que existen? ¿Sois acaso politeístas?
–No, no. Solo existe un dios, y nosotros veneramos a su profeta.
–Claro que sólo existe un dios, y es el mismo para musulmanes, que para cristianos, para judíos que para budistas, para sintoístas que para baha’i, para agnósticos que para ateos…
–¿Entonces cual es la religión verdadera? ¿No es la nuestra?
–Mira, estáis muy pesados, no voy a daros ahora lecciones filosóficas, ya no es el tiempo. Anda, marchad a vuestro destino ya.
–Nosotros sólo hicimos lo que se nos pidió como creyentes.
–Crédulos, querrás decir. ¿Si alguien os pide que os tiréis por un puente también lo haríais? ¡Uf, perdón! Es lo que habéis hecho.

Entonces me desperté y el dinosaurio ya no estaba ahí. A la sazón me dije: “¡Seré gilipollas!, ¿qué tonterías se me ocurren? ¡Pero si yo soy ateo!”.

JE SUIS CHARLIE



Mama, take this badge off of me
I can’t use it anymore
It’s gettin’ dark, too dark for me to see
I feel like I’m knockin’ on heaven’s door
Knock, knock, knockin’ on heaven’s door
Knock, knock, knockin’ on heaven’s door
Knock, knock, knockin’ on heaven’s door
Knock, knock, knockin’ on heaven’s door
Mama, put my guns in the ground
I can’t shoot them anymore
That long black cloud is comin’ down
I feel like I’m knockin’ on heaven’s door
Knock, knock, knockin’ on heaven’s door
Knock, knock, knockin’ on heaven’s door
Knock, knock, knockin’ on heaven’s door
Knock, knock, knockin’ on heaven’s door

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jueves, 1 de enero de 2015

Recapitulando 2014

Soy escritor porque escribo. Me justificaba así en la primera entrada en este blog, sin saber entonces por qué tenía que justificarme, pero creo que ahora lo comprendo. No he sido un escritor vocacional que soñase durante toda su vida con serlo. Cuando mis actividades me lo permitieron, dediqué mi tiempo libre, hace ya diez años cuando sobrepasados los cuarenta, a escribir mi primera novela. Disfruté tanto con ella que, sin tener en cuenta el recorrido que pudiera llevar, vislumbré un camino a seguir que me llenaba y me entusiasmaba. ¿Cómo no lo había visto antes? Me planteé entonces una novela más ambiciosa, una novela histórica, y me impliqué en su trabajo durante cuatro largos años. El resultado superó mis expectativas y la satisfacción subsiguiente me hizo reafírmarme en mi intención de dedicar el mayor tiempo posible a  escribir. Aparte de estas dos novelas, había escrito algunos poemas sueltos, después un libro de poemas que fue un regalo personal, e incluso un ensayo. Entonces, y solo entonces, lo tuve claro. Era escritor. Este blog lo comencé en el mes de agosto de 2013, cuando ya estaba “en máquinas” mi segunda novela, y le di su título. ¿Promoción, ensayo de literatura…? No lo sé. Ignoro la intención real, de la misma forma que ignoraba si iba a ser capaz de darle continuidad periódica. Luego he comprobado que sacar cada entrada en el blog me resulta más fácil y gratificante de lo que llegué a imaginar, así que le preveo una larga vida… Pero, ¡quién sabe!

Al concluir el primer año, 2013, eché la vista atrás e hice una recapitulación. Eso es lo que me mueve a hacer lo mismo con el año 2014. No sé al lector, pero desde luego creo que a mí sí que me sirve, porque me ayuda a reflexionar sobre lo realizado, para trazar una vía a seguir. Nunca me preocupó, lo afirmo sin ambages, tener lectores, aunque confieso que deseo llegar al mayor número de posible, pero no es ese el motor que me mueve cada quince días a escribir. Este es el blog de un escritor, que escribe sobre lo que le interesa y de lo que sabe, aunque sea poco. Sí que me preocupa mucho la calidad, y me tomo con toda seriedad cada entrada, dedicándole todo el esfuerzo necesario, y dotándole de toda franqueza. Opino que un escritor debe desnudarse, o no ser. Las imposturas, las hipocresías y las mentiras alejan lectores. Tan sólo espero que mi desnudo intelectual sea más bello que el físico, en una persona como yo, que ya he sobrepasado el medio siglo de vida y nunca fui guapo.


Para preparar este artículo he repasado las entradas de 2014, descubriendo algunas cosas interesantes. De las veinticuatro entradas, seis han sido relatos: Habladurías, La rubia de la moto, Tríptico negro, Lenguas muertas, Neolítico y Lo que escondía la sacristía, que ha sido la última del año. Todas, menos la primera que era una adaptación de otro relato que ya tenía escrito, han sido realizadas ex profeso para este blog. Con ellas cubro mi parte de creación literaria y espero que hayan sido entretenidas para quienes las hayan leído. Tengo la secreta intención, no se lo digáis a nadie de, tal vez algún día, recopilar todos los relatos en un libro. ¡Quién sabe!

Sobre literatura o vida literaria, he realizado cuatro entradas. En El poder de las palabras divagaba sobre mi percepción de lo que es la literatura. Luego presenté un reportaje fotográfico sobre el I Encuentro de Novelistas en Ávila, que organicé con un par de amigos escritores, y del que me siento orgulloso, a pesar de los fallos. Este año ya estamos pensando en la segunda edición que, sin duda, ocupará su lugar en este blog. Con Soy el Rey del Mambo, me desahogué de ciertas críticas que me llegaron a los oídos por habernos presentado unos noveles como si fuéramos literatos de verdad. Y en Las piedras en el camino de un escritor novel realicé confesiones personales sobre las dificultades a las que me enfrenté al salir del armario como escritor. Y, repito, soy escritor porque escribo, lo demás es cosa vana.

Me he atrevido a sacar de cajón un par de poemas, que ya tenía escritos, a los que adorné con una explicación, nada nuevo, así me comparo a San Juan de la Cruz. Por ambición que no quede, pero para que no me caigan muchos palos haré obvio que la comparación está en que ambos explicamos los poemas, no en la calidad de ellos, claro. Esas entradas eran Semana Santa y 39 años.

Llevo desde hace tiempo una batalla sin cuartel y quijotesca por la defensa del idioma castellano, principalmente ante la preeminencia del inglés, que quieren imponer a capa y espada y sin reflexionar sobre el daño que se causa al tercer idioma del mundo por el número de hablantes y que no quedaría mucho más atrás por la calidad de su literatura. El año pasado ya tuve algún artículo al respecto, pero los de este año, y si alguien revisa alguna entrada le sugiero que no deje pasar estas, han sido Guerra de sexos, El señor alcalde y sus hijitas, sin olvidar Lenguas muertas, ya referenciada anteriormente como relato.

Cuatro entradas han sido directamente discursos políticos. No escondo mi ideología y, en ellos, trato temas que me han preocupado. Como los Brochazos gordos para pintar la crisis, que surgió de la ira de ser consciente de la estafa a la que nos abocaba el capitalismo, disfrazado de cordero liberal. La sinrazón de la razón manipulada, en la que me posicionaba como republicano, ante la abdicación del rey padre. Un paso al frente, que yo también daba para apoyar al autor del libro homónimo, represaliado por destapar en una novela la corrupción del ejército español. Otra corrupción más. Y la última, Visca Catalunya Lliure, un peligroso posicionamiento de un castellano por la libertad de elección de su forma política por parte de los pueblos. No creo en las ideas sagradas y los países son creaciones artificiales por parte de uno o diversos pueblos.

Un empeño personal ha sido tratar a la narración gráfica con toda la estimación que merece, iniciando una serie de artículos, que proceden de un ensayo que escribí intentando demostrar que nos encontramos ante un arte con mayúsculas y no ante un entretenimiento de niños. Sinceramente, me estoy planteando su continuidad, ya que han sido las entradas con menos visitas. Quizá este no sea su lugar. Pero no he tomado todavía una decisión. Estas entradas eran Narrativa Gráfica, Narrativa Gráfica I y Narrativa Gráfica II.

Finalizo con tres entradas que me quedan descolgadas, pero a las cuales considero interesantísimas. En Las chicas son guerreras, repaso el movimiento feminista y hablo del travestismo de una adolescente. Confieso mi intención de querer sacar a la luz un caso peculiar, que justifica algo que puede parecer irreal en mi novela “Lo demás es cosa vana” y de lo que no quiero hablar más, por si alguien piensa leerla. Pero los que la han leído me comprenderán. En Un eslabón más para la cadena, respondí a la petición de un amigo para sumarme al grito que ha surgido en Extremadura por la conservación de un pequeño edificio singular, la capilla de Talaván. Y con Números cósmicos, actualicé un escrito que tenía en el cajón desde hace una enormidad de años, en el que me planteaba los límites de nuestro Universo.

Hasta aquí 2014, se abren 365 ilusiones para 2015. Recuerden, sólo hay nacer y morir…