En octubre de 2014, en este mismo blog, publiqué un artículo
titulado Visca Catalunya lliure. El título era desde luego una
provocación, pero no falto de intencionalidad. En mi artículo defendía que la
democracia se hace desde abajo a arriba y que debe ser la gente la que elija su
destino. Si los catalanes no se sienten españoles, no hay ningún motivo para
obligarles.
Parece ser que no es así, que la mayoría numérica de
catalanes se sienten tan españoles como catalanes, pero el miedo a perder la
consulta impide que se les pregunte. Este miedo es miedo a la democracia, por lo que
algunos están revelando su auténtica ideología. Así se ha conseguido el enfrentamiento de dos posturas intransigentes, que no quieren ver más que su
relato, reconstruyendo y falsificando incluso la Historia desde su punto de
vista para tener razón.
Yo abogué por una Cataluña libre, que debe elegir si quiere
seguir siendo española. De la misma forma y por los mismos motivos ahora abogo
por la libertad de Tabarnia para independizarse de Cataluña.
He de hacer hincapié, no obstante, en que en el momento del
nacimiento de esta especie de broma llamada Tabarnia, no tengo claro que sea
algo positivo o una reacción envenenada del nacionalismo contrario. De momento
lo tomaré como una broma que es capaz de sacar a la luz muchas contradicciones.
A pesar de reconocer el derecho tanto a Cataluña como a
Tabarnia para decidir sobre su destino, mi posición personal al respecto es contraria
a la independencia, por considerar que somos más fuertes y solidarios en una
entidad nacional mayor. Pero a nadie se le puede obligar a sentir lo que no
siente. Y estamos hablando de sentimientos. Los países se hacen y deshacen
mejor por la voluntad popular que por los intereses de las élites privilegiadas,
que era como se hacía anteriormente a través de guerras. Las ideas sagradas e
inamovibles no han traído más que desgracias a lo largo del tiempo.
Se está demostrando día a día que los independentistas no
buscan la cohesión de un pueblo oprimido que se quiere liberar, sino el egoísmo
de separarse de tierras a las que consideran más pobres e incultas. No es más
que la consabida postura egoísta de los que se creen más ricos que los demás, a
los cuales quieren dar la espalda, para que “no les roben”. Obviando que su
riqueza es posible porque tienen un mercado de compatriotas en el que pueden
levantar su economía. Y a partir de esa idea se construye un argumentario,
entre medias verdades y mentiras completas, para adoctrinar a la población,
comenzando por la infancia.
Además el veneno del nacionalismo lo llevan a extremos
tales que no se cortan de hablar de Països
Catalans, anexionándose por la fuerza a los valencianos y baleares, solo
porque se les pone en las narices, sin contar con que ellos también tendrían el
derecho a oponerse democráticamente, siguiendo sus sentimientos, en expresión de la misma
lógica que utilizan.
Hoy en día lo que habría que buscar es el hermanamiento
entre los pueblos de la península Ibérica, incluido Portugal, para llegar a
organización política más fuerte, que a su vez se integrara plenamente en
Europa. Centralización que se compensaría con descentralizaciones administrativas,
para que nadie se sienta sometido. (¿Os imagináis una selección de fútbol ibérica?)
El nacionalismo no es más que una enfermedad mental que
deforma la realidad para adaptarla a unos intereses. Falsa realidad que luego
es creída a rajatabla de forma ingenua, sin el menor atisbo de duda. Esa
desviación de la realidad no puede ser sino enfermiza.
Así Tabarnia resulta ser una auténtica pedrada en los dientes para
los herederos de Convergencia –o como quiera que se llamen a la hora de publicar
esto–. También lo es para la supuesta izquierda, llamada Esquerra Republicana de Catalunya, que abandonó el
internacionalismo obrero para caer en el nacionalismo burgués. Y para los
ácratas de la CUP, que persiguen una república burguesa catalana, insolidaria y
de derechas, apoyándose en los herederos del segundo partido más corrupto de
nuestro país, que ya es mucho decir.
Sirva esta parodia para escarnio de cualquier nacionalismo,
sin olvidar que no es más que una simple payasada, como el nacionalismo mismo,
vamos:
No hay comentarios:
Publicar un comentario