Ilustración Julio Veredas Batlle |
Estoy haciendo un catálogo de ellos, de sus diversas tipologías, aunque no haya demasiada variedad. Pero, afinando, sí que encuentro diferencias. Por ejemplo, los humanos de sexo femenino son algo más alegres. Suelen ser de tamaño ligeramente más pequeño, perfumados, huelen bien y hasta ríen alguna vez. Visten de forma muy variada y colorida. Tienen largas melenas y a veces van con trasquilones o con pelos pintados de forma artística. Sin embargo, los humanos de sexo masculino son todos… ¿cómo lo diría? Grises. Sí, aunque su aspecto no siempre sea de este color, su variedad en la vestimenta es tan pobre y tan descolorida, que parece que todos sufren alguna enfermedad. Su mayor tamaño no parece que les dé ninguna ventaja.
El ser humano es insustancial, aburrido, ya digo. Hilan unas
palabras con otras y parece que se escuchan, pero ni se miran entre sí. Caminan
y no saltan. Sujetan las carreras de sus amos, pero no corren. No se salen de
los senderos marcados por setos y bordillos. Cuando se cruzan con un desconocido
no lo saludan, ni le preguntan a dónde va. Se ignoran entre sí.
Ya podrían aprender un poco de sus amos perros, más
desinhibidos, que no se andan con remilgos. Todavía no he visto a ningún humano
acercarse a otro a olerle el culo.
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