martes, 31 de octubre de 2017

III Gala de premios "La sombra del ciprés"

Ya se está convirtiendo en una tradición, que pocos días después de los premios de la Asociación cultural de novelistas "La sombra del ciprés" me adelante a publicar en mi blog un reportaje gráfico con el único motivo de dejar constancia del desarrollo de este acontecimiento. Y es que ya van tres ediciones.

Quiero agradecer a Pablo Garcinuño el haberme cedido generosamente las fotografías que acompañan este artículo, que son de su autoría, excepto las que así se señalen, que pertenecen a Carlos Medina. En las redes sociales de la asociación publicaremos más fotografías e incluso vídeos en breve.

Este año se ha celebrado el sábado, 28 de noviembre, a las 19:00 h., en el Auditorio Municipal de San Francisco. Han colaborado el Ayuntamiento de Ávila, El Casino Abulense y la Federación Abulense de Hostelería. Además de otros apoyos como Tejidos El Dedal, el Restaurante Alcaravea, el Colegio Santísimo Rosario, el Club Deportivo Zona Norta, la Gestoría Velasco y todos los niños participantes.

El grupo de trabajo que lo ha hecho posible ha estado compuesto por Paula, Carolina, Lara, Guillermo, Pablo, Sergio y yo mismo. Además de la asistencia técnica de Alquimia.

En estas primeras fotos, aparece la Teniente de Alcalde de Cultura, Sonsoles Sánchez-Reyes, el representante de la Federación de Hosteleros, Víctor Gómez, el escritor Roberto Santiago, Javier y sus dos hijas, Raquel y Laura, de la Librería Calvo's, Pablo Serrano, director del Diario de Ávila y el escritor tembleño Carlos Reviejo.

Una voz infantil dio comienzo  a la gala y nuestras maravillosas presentadoras, Paula Velasco y Carolina Ares agradecieron a todos los colaboradores el haber hecho posible este acontecimiento.

A continuación tuve el enorme placer, como presidente, de decir el discurso inaugural en el que comencé con una cita de Alfredo Rodríguez, coofundador de la asociación, junto a César Díez y a mí mismo. Alfredo nos dejó el pasado 8 de julio, lo cual nos ha producido un gran vacío. Comenté luego someramente las muchas actividades que estamos desarrollando en la asociación, destacando estos premios y lo mucho que hemos crecido. Reivindiqué la literatura como un elemento de disfrute y agradecí su complicidad a los premiados, ya que ellos son los que prestigian los galardones.





Es importante remarcar el éxito de convocatoria que llenó el Auditorio, donde no cabía un alfiler. Lamentamos que hubiera quienes tuvieran que presenciarlo de pie, pero egoístamente nos alegramos de ello.



La música nos acompañó de forma espléndida con el grupo Tête à tête, compuesto por Chema y María, que versionaron con la voz y un piano temas infantiles y literarios con una sensibilidad sorprendente, acompañando las diversos segmentos de la gala.

A partir de aquí voy a dejar que las imágenes hablen por sí solas.


Primer Premio: "El Hereje", para la Librería Calvo's, entregado por el representante de la Federación Abulense de Empresarios de Hostelería, Víctor Gómez.




Segundo Premio: "El Tesoro", para el medio de comunicación por su labor de difusión de la cultura y la literatura, para Diario de Ávila. Lo entrega el vocal de la Asociación de Periodistas Abulentes (APA), José Pulido, al director del periódico Pablo Serrano.


[Foto Carlos Medina]


El Tercer Premio: "Madera de Héroe" lo otorga el Casino Abulense y este año han querido darlo de forma póstuma a Alfredo, ocasión que aprovechamos para hacerle un sentido homenaje. Belén Herrero entregó el premio a Alfonso, hermano de Alfredo. El momento fue sumamente emotivo.

[Foto Carlos Medina]


[Foto Carlos Medina]

El mago Álvaro Arenas se encargó de poner a continuación un punto humorístico con la colaboración de unos niños del público, que nos deleitaron con un cuento de princesas y dragones, que ninguno de los presentes olvidaremos, por la espontaneidad de los peques.



Este año tuvimos también una mención especial, que correspondió al Observatorio Activo Ávila 1.131, de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. Lo recogieron los simpáticos Raquel Mozo y Daniel García-Moreno.

[Foto de Carlos Medina]


El Cuarto Premio: "Mi vida al aire libre" fue para reconocer la trayectoria literaria de un veterano, abulense de El Tiemblo, que tiene fama de dimensión nacional e incluso internacional con su literatura infantil, además de ser un excelente poeta, Carlos Reviejo, que recogió el premio de manos de nuestra compañera asociada, la escritora Carmen Fernández del Barrio.



Y para finalizar, una sorpresa, numerosos niños tomaron el escenario, formando cual si fueran equipos de fútbol, para rememorar la famosa saga de novelas infantiles "Los futbolísimos". La directora teatral Pilar Rodríguez entregó el premio "La sombra del ciprés" al guionista de cine, autor de teatro, novelista y enorme escritor Roberto Santiago, autor de las sagas infantiles "Los futbolísimos" y "Los forasteros del tiempo", además de la novela policíaca recientemente aparecida "Ana", con la que pretende reinventarse.




[Foto de Carlos Medina]

Los niños se encargaron de decir aquello de "colorín colorado... este cuento se ha acabado". Os esperamos en la IV Edición de los Premios "La sombra del ciprés" el próximo año.

sábado, 14 de octubre de 2017

De conquistas y barbaries

Paseando por la ciudad de Ávila no es difícil toparse con un verraco. Son, éstas, esculturas zooformas de gran tamaño, que suelen representar toscamente un toro o un cerdo. Para el que no las ubique, puede hacerse una idea con los famosos Toros de Guisando.

Estas figuras las realizaba una tribu celta, los vetones, que eran en esencia ganaderos y habitaron las tierras colindantes con la cordillera del Sistema Central, básicamente entre las provincias de Ávila y Salamanca. Para qué servían estos monolitos, no está claro. Primero se les atribuyó carácter religioso, propiciatorio de la ganadería, de la que subsistían sus autores. Pero también pudieron servir como hitos que señalaban campos, ya que los castros celtas se encaramaban a colinas y desde éstas se divisaban los terrenos del valle donde pastaban las ganaderías, que serían señalados con los conocidos toros de granito.

El caso es que no se sabe a ciencia cierta. Y no se sabe porque la cultura vetona, al igual que otras culturas celtas, celtíberas e iberas, fueron destruidas, masacradas y desmanteladas por los romanos. Y para ello se empleó gran crueldad y ensañamiento, recordemos dos hitos heroicos como Sagunto o Numancia. En su larga conquista de la Península Ibérica, que superó el siglo, los romanos hicieron despoblar los castros fortificados, arrasándolos y obligando a los supervivientes a poblar en el llano. También la aculturación hizo que no quedaran restos de las costumbres, la lengua, la religión o la sabiduría celta.

Han pasado los siglos y lamento que de la cultura celta peninsular, así como la ibera, apenas queden migajas materiales y, salvo alguna breve recensión histórica romana, nada escrito de un pueblo que ya existió en tiempos en los que estaba inventada la escritura.

A pesar de ello, no le tengo ninguna inquina a los italianos, descendientes de los conquistadores. Ni les insulto avergonzándolos por las masacres realizadas. Al contrario estoy orgulloso del mestizaje que dio forma a los españoles actuales. No solo fuimos iberos, celtas y romanos, también germanos (visigodos), árabes, judíos, etc. Por eso no llego a comprender cómo cada vez que llega la conmemoración del encuentro entre europeos y americanos que supuso lo que se ha denominado erróneamente como “descubrimiento de América” surgen voces que intentan hacer que nos avergoncemos de ello los que somos herederos de la historia de España.

Hoy en día las guerras de conquista son execrables y los sufrimientos que provocan no tienen ninguna justificación. Ni siquiera podemos justificar ahora las conquistas del pasado, pero tampoco podemos juzgarlas con las premisas actuales. Y más en el caso de América, donde los conquistadores invadieron militarmente un continente en unas pocas decenas de años del siglo XVI. En Castilla ocurrió lo que pocas veces ha tenido lugar en la Historia, que los invasores se plantearon éticamente el derecho que tenían de conquista, cuya más palpable expresión está en la Junta de Valladolid de 1550-51, donde se desarrolló la controversia entre Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda sobre el derecho de conquista y en Leyes Nuevas de 1542, que pretendían “el buen tratamiento de los indios”. Sí, apenas cincuenta años después del encuentro con el fantástico continente americano. Algo muy diferente a lo que hicieron los puritanos y calvinistas con las tierras indígenas del norte.

Por otro lado siempre se pasa por alto el grado de barbarie que desarrollaban imperios como el azteca, entre otros, para los cuales el que el Sol continuara diariamente su ciclo suponía el sacrificio diario en todos sus templos —varios por ciudad— no de un animal, sino de un ser humano. Y si era niño, más mérito tenía. Lo del indígena feliz y en paz con la naturaleza no es más que una memez. El imperio azteca estaba en un grado de desarrollo similar en crueldad al imperio romano, que celebraba combates de gladiadores. Los castellanos que llegaron a América, sin lugar a dudas, tenían una elevación espiritual y humanitaria mucho mayor, aunque hoy en día nos parezca atrasada.

Me asquean estos días en las redes sociales muchas denigraciones del encuentro entre europeos y americanos con imágenes de carabelas surcando mares ensangrentados. O llamamientos a la “resistencia indígena”. ¿Resistencia indígena tras quinientos años de la conquista y doscientos de independencia? ¿A quién tienen que resistir? ¿No estaremos hablando de otra cosa? ¿No será rebelión contra las élites capitalistas de sus propios países? Claro que entre los humillados y pobres, gran parte lo forman comunidades indígenas, pero esa es otra historia. La conquista de América por parte del imperio castellano concluyó en el siglo XVI y ya va siendo hora de que los “pueblos oprimidos” tomen conciencia de su responsabilidad histórica y no busquen cabezas de turco para culpar a otros de sus males actuales.

Las personas que conquistaron América son antepasados de los americanos actuales y no de los que ahora vivimos en el Península Ibérica, cuyos antepasados obviamente no fueron allí, si no que se quedaron aquí destripando terrones. Si quieren culpar a alguien por lo pasado, que se miren en un espejo y descubran su grado de mestizaje. Yo sé que no soy vetón, como tampoco soy romano, ni judío, ni musulmán, aunque pueda tener sangre de todos ellos. En mi caso personal tan solo puedo certificar que tengo sangre alemana por mi quinto apellido. Pero me siento orgulloso de los vetones de una tierra, Ávila, en la que no nací, como me siento orgulloso de toda la sangre mestiza que corre por mis venas.

Yo el 12 de octubre sí que tengo mucho que celebrar. El encuentro entre dos continentes, el compartir una misma lengua que posibilita que los americanos de hoy en día puedan leerme; el tener unos intelectuales, como por ejemplo Rubén Darío, del que podemos sentirnos orgullosos tanto los abulenses como los nicaragüenses.

La Historia no la podemos cambiar, pero sí asumirla y extraer lo positivo para enriquecernos.