¿Qué me dirían si les cuento que, en Ávila, mi ciudad, hay una calle dedicada a Torquemada? Pues que estoy seguro de que muchos no lo creerían y otros se llevarían las manos a la cabeza. Pero busquen en Google.
Fray Tomás de Torquemada es uno de los personajes más oscuros de nuestra historia. Intransigente, cruel, integrista y responsable de numerosas injusticias y asesinatos por razón de raza, religión y cultura. Nacido en 1420 en Torquemada (Palencia), falleció en septiembre de 1498 en Ávila. Fue un dominico, confesor de la reina Isabel la Católica y primer inquisidor general de Castilla y Aragón. Debido al uso generalizado de la tortura para obtener confesiones y a la defensa de la quema en la hoguera de los culpables, el nombre de Torquemada se ha convertido en sinónimo de crueldad, intolerancia religiosa y fanatismo.
Tuvo una obsesión enfermiza en contra de los judíos, teniendo
él mismo antepasados conversos. Entendía que la existencia de conversos
superficiales y de criptojudíos era una amenaza para la vida religiosa y social
de España, ya que su contacto con familiares judíos los llevaba inexorablemente
a judaizar. Poca confianza tenía en su fe, pensando que no pudiera ser al revés
y que los cristianos hicieran «ver la luz» a los judíos.
Por su cercanía a la reina Isabel no perdía ocasión de
intentar convencerla de lo perjudiciales que eran los judíos, pero no tenía
éxito, hasta que la casualidad puso en sus manos un enjuiciamiento que retorció
y manipuló hasta llevar a cabo un Auto de Fe ejemplarizante para todo el país.
Me estoy refiriendo al proceso del llamado Santo Niño de la Guardia,
instruido entre 1490 y 1491. Lo reseñaré brevemente, pero aconsejo la novela La Santa
Infamia, de J.R. Rebollada, publicada en la Editorial Fanes, en 2020. Ver
mi reseña de la obra.
Según el procedimiento de la Inquisición, el acusado
desconoce de qué se le acusa y el pobre hombre no sabía qué debía confesar para
que le dejaran de atormentar. La tortura se vuelve tan insoportable que el reo
llega a preferir la muerte a continuar con el sufrimiento. Así, totalmente
desorientado, llegó a confesar que unos paisanos suyos de La Guardia, en
Toledo, realizaban actos judaizantes con hostias consagradas. Cuál sería el
tormento aplicado que llegó a aceptar que había participado en algo tan
horrible como lo que se relata desde el siglo XII en toda Europa, denominado
Libelo de Sangre. Estos libelos tienen un argumento parecido: unos judíos
raptan a un niño, lo torturan y crucifican. Le sacan el corazón y, con él y una
hostia consagrada, realizan conjuros para perjudicar a los cristianos. El caso
es que el bueno de Benito dio nombres de conocidos suyos que eran judíos,
judeoconversos y cristianos de La Guardia y localidades cercanas. A todos los
localizaron y los llevaron al monasterio de Santa Cruz en Segovia, donde estaba
el inquisidor Torquemada, que se había enterado del proceso y le hizo una
ilusión tremenda. Allí les torturaron e interrogaron por separado y no paraban
los suplicios hasta que les sacaban palabras que por azar coincidían con lo que
los inquisidores pretendían que confesaran.
A la vez, Torquemada estaba implicado en la construcción en
Ávila del monasterio de Santo Tomás, que iba a ser residencia de los Reyes
Católicos y Panteón Real. Como Ávila era una ciudad tranquila, que no tenía
conflictos significativos con los judíos y los mudéjares, para aquí que se los
trajo a todos a continuar los interrogatorios.
Después de un proceso plagado de ilegalidad e
irregularidades consiguió una confesión de los reos que los condenó a la
hoguera, la cual se encendió en noviembre de 1491. Allí se quemó vivos a unos,
a otros muertos al «arrepentirse de su crimen» y al resto en efigie, por haber
fallecido con anterioridad. En total 12 personas. Todas ellas inocentes.
Este Auto de Fe influyó, según cuentan los historiadores, en
la voluntad de los reyes de expulsar de Castilla y Aragón a los judíos, lo cual
se llevó a cabo entre julio y agosto de 1492. Objetivo conseguido, por mucho
que el proceso resultara tan burdo que, una vez lograda esa expulsión, trataron
de no hacer publicidad de él.
Pues a este elemento le han dedicado una calle en Ávila. Los
más suspicaces argumentaran que la denominación de la calle es Torquemada y no
Fray Tomás de Torquemada y que Torquemada es un pueblo de Palencia, al que se
quiere homenajear. No me lo creo y a las pruebas me remito.
Esa calle está en torno al Monasterio de Santo Tomás y las
calles aledañas tienen nombres relacionados con los Reyes Católicos. Esto de
que en un barrio de una ciudad las calles tengan una misma temática es muy
común. Además del Monasterio, están las siguientes calles:
- Príncipe don Juan, hijo de los Reyes Católicos,
enterrado en Santo Tomás.
-
Paseo de Santo Tomás, alusión directa al
monasterio, no al santo, el cual, que yo sepa, no era conocido por pasear.
-
Cardenal Cisneros, político (1436-1517),
cardenal, arzobispo de Toledo, regente de Castilla, primado de España y tercer
inquisidor general de Castilla.
-
Santa Fe, nombre del campamento y luego ciudad
en torno a Granada, desde donde los Reyes Católicos asediaron la ciudad.
-
Plaza de Granada, por la conquista, no porque
por allí haya nombres de otras ciudades andaluzas, que no las hay.
-
Beatriz Galindo (1465-1535), La Latina,
humanista, dama de compañía y maestra de la reina Isabel.
-
Gran Capitán. Gonzalo Fernández de Córdoba y
Enríquez de Aguilar (1453-1515), importante militar de la época.
-
Castillo de la Mota, en Medina del Campo,
perteneciente a los Reyes Católicos.
No me digan que aquí no encaja la calle dedicada a Fray
Tomás de Torquemada. Tan solo el disimulo vergonzante, puede explicar que el
nombre no sea más explícito.
Para que nadie piense mal y saque la conclusión de que en
Ávila hemos dedicado una calle a un personaje indigno, propongo al Excelentísimo
Ayuntamiento algunas soluciones:
1.- Que se cambie el nombre de Torquemada por el de otra
localidad palentina, Paredes de Nava, lugar de nacimiento de Pedro de
Berruguete, uno de los mejores artistas del Renacimiento Español, que trabajó
en el Monasterio de Santo Tomás.
2.- Que se ponga el nombre de otro personaje significativo
de la época, como Fray Hernando de Talavera, a quien la ciudad le debe una
calle, por sorprendente que esto sea. Fue obispo de Ávila (1485), arzobispo de
Granada (1492), confesor y consejero reina Isabel. Como figura histórica tiene
el «inconveniente» de que era un hombre de mucha fe, no como Torquemada, y
pensaba que podía convencer por la razón de su verdad, en lugar de obligar a
bautizarse a la fuerza a un no creyente. Fue conciliador y respetuoso de la
vida de sus oponentes.
3.- Que se dedique esa calle a Benito García de las Mesuras,
a quién se torturó y quemó en la hoguera siendo inocente, por ser una pieza en
los manejos políticos del nefasto personaje que nos ocupa. En otro caso,
también podía ser la calle de los Mártires cristianos y judíos, víctimas de la
intransigencia. Me voy a permitir el detalle de nombrarlos, ya que nadie guarda
recuerdo de ellos: los cristianos eran los hermanos Juan, Alonso, García y Lope
Franco; los cristianos conversos: Benito García de las Mesuras y Juan de Ocaña;
y los judíos: Juçé Franco, Mosé Franco, Yuçá Tazarte, David de Perejón, Don Ça
Franco y Mosé Abenamías.
4.- En todo caso, y para disimular más, que alrededor de la
calle Torquemada, se renombren otras calles en honor de localidades que no tengan
relación con Ávila y de menos de mil habitantes, como, por ejemplo: Navaleno
(Soria), Palacios del Sil (León) o Fuentecésped (Burgos).