viernes, 30 de diciembre de 2016

Recapitulando 2016

Ya estamos aquí, al final de otro año y toca hacer balance de este blog, para dar pie al que quiera a repasar las entradas en orden a las etiquetas y para que yo mismo pueda valorar lo que ha dado de sí 2016.

Comencé el año con un relato, La conquista, y lo acabé hace un par de semanas con tres en mi última entrada. No ha sido intencionado, pero es algo que me gusta, ya que en después de todo este es el blog de un escritor. En marzo publiqué Reo de muerte, un alegato pacifista. En abril El Tontódromo, una mirada llena de añoranza y sentido del humor al pasado reciente de mi ciudad. Este relato procede del libro publicado en 2015 “El mundo según los abulenses” y está en la lista de los más leídos de este blog. En junio fueron Tres microrrelatos y medio, que fueron sacados de mi cajón para darlos a conocer, ya que estaban sin publicar. Quisiera algún día recopilarlos todos, junto con otros inéditos y publicarlos en un libro; pero es un deseo, ya veremos. En septiembre saqué otro de los relatos de “El mundo según los abulenses”, esta vez fue El arte en las rotondas. Por último Tres micro relatos para estas fiestas, donde exploré los sentimientos “de estas fechas”, intentando huir de la sensiblería, que no sé si conseguí.


Tres reseñas de libros ha habido este año. La primera en abril, El mundo según los abulenses II, sobre el segundo libro colectivo de la Asociación “La sombra del ciprés”. En agosto una reseña sobre dos novelas que me gustaron mucho y que tienen muchos puntos en común a pesar de sus evidentes diferencias: “Las montañas azules”, de Begoña Ruiz Hernández, y “Tres tazas”, de María Eliezer Bordallo Huidobro. La entrada la titulé De las montañas azules a las tres tazas. Y  este pasado mes de noviembre tuve el placer de presentar la novela de mi amigo César Díez Serrano, Conspiración en Londres, que reseñé encantado.

Tan solo ha habido una entrada con lo que yo denomino “vida literaria” y ha sido el reportaje gráfico de la II Gala de Premios Literarios “La Sombra del Ciprés”.

He “reflexionado” en tres ocasiones. Islamofobia es un artículo del que me siento especialmente orgulloso. En La vida dentro de las redes sociales traté el tema del cambio de relaciones sociales que las tales han provocado. Y en A vueltas con la hora hablé sobre lo mucho que me cabrea un tema menor, como que los horarios oficiales del país no sean reales.

He sacado “mi poesía” este año en una ocasión, con el título de No aprendemos, donde glosé un poema pacifista que titulé “Antes de que se agote mi voz”. Solo por esta entrada, para mí ya tiene sentido que publique este blog.

De mi ensayo sobre la narrativa gráfica tengo cuatro capítulos más, que recomiendo a los que estén interesados en el tema, advirtiendo que mis ideas no son ortodoxas. El material con el que se fabrican los sueños, ¿Existieron tebeos en la Prehistoria?, Los primeros tebeos de la Historia I y Los primeros tebeos de la Historia II.

Sobre la defensa de nuestro idioma, en febrero publiqué Ojalá España quede la última en Eurovisión. Después de dicho festival, en mayo, publiqué Y España quedó la veintidós de veintiséis para mi gran satisfacción y en el mes de julio saqué Mi propuesta sobre la reforma de la ortografía.

He escrito sobre política dando mi visión de las cosas con una entrada titulada Hacia dónde vamos.

Termino mi recapitulación con la que es para mí la más sentida de todas las entradas de este año y aún de este blog. Publicada a finales de febrero, en ella narro una historia personal, en la que yo fui amenazado de muerte por un energúmeno fascista, debido a la defensa que hice, junto a otra gente honrada, para conservar unos restos arqueológicos, que cuentan mucho de lo que fuimos en este país, El cementerio de los moros. Entrada que surgió a raíz de la presentación de la película “Maqbara” del periodista José Ramón Rebollada, el cual perdió su puesto de trabajo en esta ciudad “atascada”, por el hecho dedicarse a hacer documentales en los que demostraba la iniquidad en sus actuaciones culturales de los caciques que gobiernan esta provincia desde tiempos que se pierden en la memoria. Muchas gracias, Jota, por contar mi pequeña historia en tu película, que surgió de la honrada investigación periodística. Con toda mi solidaridad y mi afecto te dedico todas las entradas de este año.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Tres micro relatos para estas fiestas

OTRO CUENTO DE NAVIDAD

Este año sí que el belén es verosímil y tiene un aspecto inmejorable, mejor que ninguno de los que he montado en años anteriores. Incluso el agua corre por el río y éste tiene un puente. Está todo lleno de luces dispersas por todo alrededor y el fuego crepita. También hay nieve y hojas de árbol por el suelo. El único inconveniente es que pasaré frío bajo ese puente, pues es mi primera Navidad tras el desahucio.

(Inédito)

AVENTURA URBANA    

Él estaba perdido en una ciudad desconocida, pero conseguiría llevar a cabo su misión, pensó que su juventud y sus habilidades acabarían por conducirlo al lugar de destino. Tenía escrito en unos caracteres ininteligibles una dirección, sin embargo no quería esforzarse en preguntar a esas gentes que le miraban como a un ser extraño y que serían incapaces de comprenderle. Se dio cuenta entonces de que llevaba en la mano la herramienta que le habían entregado para completar su cometido, pero estimó que no la utilizaría, pues ni siquiera sabía para qué diantre servía. Así que, con disimulo, la dejó en el suelo y siguió caminando. Por fin vio en la pared un letrero. Los signos, unos redondeados, otros picudos y otros cuadrangulares, prácticamente eran idénticos a los del salvoconducto que llevaba. No cabía duda, había llegado. Levantó la cabeza del papel y descubrió aquel rostro que le resultaba familiar. Era una mujer regordeta y madura, de al menos sesenta años. Ella también lo reconoció y se le acercó gritando:

—Papá, ¿cómo te tengo que decir que no salgas del parque? Puedes extraviarte¼ ¿Y dónde has dejado tu bastón?

(Publicado en “Avilapluma”, Asociación Ávila Abierta, Ávila, noviembre de 2013)


LEÓN

Me llamo, o mejor, me llaman León y aunque algunos piensen que yo no debería estar hablando lo estoy haciendo. O más precisamente me estoy expresando, porque hablar, hablar, no hablo, sino que ladro, ya que soy un perro. Pero ladrando me hago entender perfectamente.

Vivo en la calle, pero no soy un perro callejero, porque tengo amo, y mi amo tiene una casa, donde dormimos los dos. Yo cómodamente en el lugar privilegiado que él llama sofá y él… No lo sé con precisión. Se mete en su cuarto donde tiene un sofá que es plano y ancho, creo que lo llama cama, aunque no es tan cómodo como el mío.

Nos pasamos el día en la calle, porque mi amo es un músico famoso y le regala su arte a la gente. Toca un violín, sentado en la silla de ruedas en la que se desplaza —pienso que es muy vago, porque no se pone nunca en pie y se aguanta en los brazos para moverse de la silla al sofá—. Mientras toca yo suelo dormirme plácidamente mecido por su música. ¡Si no fuera por la molestia del ruido que hace la gente arrojando monedas en una lata que pone en el suelo!

Mi amo es muy bueno conmigo, pero en la calle no todo el mundo es bueno. Hay un niño malo que pasa todos los días camino del cole que, disimuladamente, suele arrearme un puntapié, despertándome. Yo lo desprecio, no haciéndole caso.

Sin embargo hay otro niño que es tan bueno como mi amo. Todos los días cuando me ve corre a acariciarme el lomo, soltándose de la mano de su padre, y me obsequia con una galleta de las que sabe que me gustan. Se ríe mucho y me llama guapo. Él sí que es guapo y bueno. Luisito, le llama su padre, aunque su apellido no lo entiendo, debe ser extranjero. Un día le oí que le explicaba su padre a una señora que era “Síndrome de Down”.

(Publicado en “Certezas”, Pronisa, Ávila, diciembre 2016)