viernes, 14 de mayo de 2021

Pido perdón

El presidente de México, López Obrador, ha pedido perdón a los mayas por los abusos contra ellos a lo largo de la historia. Por otro lado, lleva tiempo solicitando al rey de España que pida perdón a los mexicanos por la conquista y aquí no ha tenido ninguna respuesta positiva. Grave error, desde mi punto de vista.

¿Qué nos cuesta pedir perdón? Son solo palabras, pero cierran heridas; atienden a los afectos y no a la razón.

En cuanto a la razón, podemos considerar que la Castilla post medieval, y no España que no existía, llevó a cabo una expansión imperialista, a través de conquistas. Más tarde las tierras conquistadas se rebelaron contra la metrópoli, logrando su independencia con nuevas guerras. Si, respecto a esto, nos hacemos algunas preguntas, las respuestas son claras. ¿Quiénes fueron los que conquistaron México? Los antepasados de los mexicanos actuales, ya que allí se quedaron a vivir, y no los antepasados de los españoles de hoy. Los míos se quedaron aquí. ¿Quiénes se independizaron? Los mexicanos, es decir los que vivían en México en el siglo XIX, en gran parte capitaneados por los criollos, que eran los descendientes de los españoles, conquistadores o llegados más tarde. ¿Quién tiene que pedir perdón entonces? Atendiendo a la razón, nadie, pero, atendiendo al corazón, debe pedir perdón el país heredero de aquella Castilla del siglo XVI: España. Por más que el país sea otro e incluso su monarquía distinta.

Hoy sabemos, por los hallazgos de Atapuerca, que la península Ibérica se pobló hace unos 900.000 años. Llegaron los «invasores» en varias oleadas, partiendo de África, y evolucionaron hasta los neandertales, por un lado, y los sapiens por otro. Quedaron estos últimos como antepasados de todas las razas humanas. En el 1.000 a.C. y más tarde en el 500 a.C., nos invadieron las oleadas celtas procedentes de las culturas de Hallstatt y La Tène. Desde entonces, celtas e iberos se repartieron el país. En el 800 a.C. llegaron fenicios (semitas) y griegos, de forma un poco más pacifica, con misiones comerciales. No así los cartagineses y los romanos que libraron aquí una guerra cruenta. Los romanos conquistaron Iberia a sangre y fuego en siglo I a.C., erradicando lenguas, costumbres, religiones y culturas. Posteriormente, la Hispania romanizada fue invadida por tribus germanas: suevos, vándalos y alanos, a los que desplazaron los visigodos, los cuales dominaron la península durante más de dos siglos. En el 711 Tariq abrió las puertas de la conquista musulmana. Desde ese mismo momento, varios reinos, unos cristianos y otros musulmanes, llenaron ocho siglos de guerras. Castilla trasladó esas guerras a América a raíz de los descubrimientos de Cristóbal Colón, conquistando el continente en pocas décadas.

Un español de nuestros días, por tanto, tiene la mezcla de todos aquellos que quisieron venir a aquí a vivir y que, desgraciadamente, la mayoría de las veces fueron la guerra y la violencia las que dirigieron esas migraciones. Un español no es un descendiente de los visigodos o los romanos, como quieren inventar los más reaccionarios. Esa idiotez solo se basa en la búsqueda de una pureza de la raza que, cuando menos, sonroja a alguien inteligente. Un español es una mezcla de gentes, religiones y culturas, y no otra cosa. Como todas las naciones.

En el siglo XXI repudiamos las formas de conquista violenta y no las consentimos, pero nada podemos hacer con lo ocurrido siglos atrás. Tan solo conocerlo y amar el latín, el árabe, el náhuatl, los acueductos, las mezquitas, las sinagogas, las catedrales y todo aquello que esté en nuestra tradición. Porque eso es lo que somos en realidad.

Pienso que es hora de decir basta al odio y dejar de culpar a los demás de los avatares propios. Es necesario prestar cuidado y no dejarse engañar. Algunos se empeñan en señalar que la culpa de todos los males de México la tienen unos castellanos que allí llegaron hace cinco siglos y dejaron de gobernarla hace dos. Su objetivo es ocultar que hay una élite rica que se apropia de los bienes económicos en un sistema capitalista, dejando a muchos compatriotas en la indigencia. Y que hay un colonizador económico al norte, que en el siglo XIX se quedó con la mitad del país y ahora levanta un muro de separación.

América latina lleva dos siglos rigiendo su destino. Es hora de que nos demos la mano y compartamos la literatura, la gastronomía y el folklore, entre otras cosas. Somos hermanos de sangre y cultura, no herederos del odio.

Como gesto de buena fe, atendiendo al llamamiento del presidente mexicano, voy a aportar mi granito de arena, insignificante, aunque simbólico. Si mi rey no lo hace, por mi parte, yo, Cristóbal Medina, castellano, republicano de espíritu, hombre libre, pido perdón por las guerras de conquista que llevaron a cabo las gentes que vivían en Castilla en el siglo XVI. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario