viernes, 29 de diciembre de 2017

Recapitulando 2017


Ya está aquí, ya llegó el final de otro año más y esto supone para mi blog echar la vista atrás para revisar las entradas y hacer balance. Además de facilitar la localización de aquello que los que me siguen pueden haberse perdido.

Comenzamos.

Bajo la etiqueta de Historias, el 26 de julio quise dar un repaso a mis libros y hablé un poco de mi historia personal, contando cómo me di cuenta, bastante tarde ya, de que yo era un escritor. Y el 14 de octubre, a raíz de la denominada Fiesta de la Hispanidad, me salí de lo políticamente correcto, reivindicando que debemos asumir la historia de nuestro país y borrar de una vez la leyenda negra que de forma tan masoquista hemos asumido los españoles de manera injusta.

He hablado de literatura, a mediados de noviembre, en una entrada que, para mi sorpresa, tuvo mucha repercusión: El placer de la lectura.

Este año, mi análisis personal de la narrativa gráfica ha tenido cuatro capítulos: El esplendor de los tebeos en la Edad Media I, El esplendor de los tebeos en la Edad Media II, Tebeos en el Renacimiento y Los tebeos del Barroco. ¿Que los tebeos son cosa actual? ¡Qué va!

Por qué escribo poemas. No lo sé, la verdad, me ruboriza exponerlos a la lectura pública, pero la publicación en un libro de uno titulado así, me dio para una entrada con esta afirmación, que no pregunta.

Cada vez escribo menos de política, no obstante, la indignación me llevó a Mear fuera del tiesto, o mejor dicho, a denunciar a quienes lo hacen. Es cierto que Ávila está mal en muchos aspectos, pero considerar a todos los políticos iguales y sentenciar todas las actividades con el mismo veredicto es sumamente injusto.

Mis Reflexiones me han llevado este año ha hablar de Nacer y morir, parafraseando mi novela Lo demás es cosa vana (buen regalo para estas fiestas;-). También hice una comparación entre yijadismo y machismo y una reflexión sobre la amistad, a raíz de la dolorosa pérdida de un amigo de forma abrupta e injusta: Hasta siempre, Alfredo.

He tenido un año repleto de relatos, aunque todos, esta vez, habían sido publicados con anterioridad de forma impresa: El orgullo de enseñar nuestra ciudad, Terrones y almenas, Ávila se adelanta a Cataluña y declara su independencia y Dos microrrelatos y un romance. Con la enorme satisfacción de que Ávila independiente y El orgullo de enseñar nuestra ciudad están entre las tres entradas más leídas de mi blog, en sus cinco años de andadura, a base de 24 entradas anuales. La otra es mi despedida de Alfredo. Todas de 2017.

En el mes de febrero he reseñado la novela Más allá del Darién, de Humberto Mendoza, que tuve el honor de coopresentar en El Episcopio. En marzo puse unos fragmentos de mi novela Operación Caipiriña (mis disculpas, no se trataba más que de publicidad encubierta, pero no me lucraba, ya que era de descarga gratuita. Próximamente en las mejores librerías, estén atentos ;-). Realicé un resumen del contenido del libro Leyendas según los abulenses (edición agotada en estas fechas, aunque ya está en las librerías la segunda edición;-). Terminé en con un Largo viaje del LSD al ADSL, del genial Ánzoni Martín, a quién también tuve el placer de presentar en el Café del Mercado. Tarde de abril inolvidable.

Los viajes me han llevado a recordar la visita que le hice a la Sagrada Familia de Barcelona en 2014, motivado por la repulsa a los atentados yijadistas de Cambrils y Barcelona del mes de agosto.

Y termino con la Vida literaria. Comencé el año celebrando una iniciativa empresarial de unos amigos que ofrecía la descarga gratuita de libros, pero que en estas fechas ya no existe, lo cual lamento. A través de Valbo publiqué a mi detective Elicio Iborra, el cual regresará en papel (en breve en las mejores librerías ;-). Y, cómo no, tengo el gustazo de finalizar este repaso a 2017 con un resumen fotográfico de la magnífica tercera gala de entrega de premios de la asociación cultural de novelistas La sombra del ciprés, que en este año he tenido el orgullo de presidir, sucediendo a mi amigo César Díez Serrano. Sigo tus pasos, César, algún día haré algo de tanta calidad y éxito como tu Gloucester Post. ¿Será en 2018?

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