Hablemos de cine, literatura y tebeos
Cuanto hablamos de cómics, tebeos o más
precisamente de Narrativa Gráfica, hablamos de un lenguaje icónico que se
conforma con yuxtaposiciones de imágenes. Pero, ¿es un lenguaje genuino o acaso
es una infantilización de la Literatura,
una simplificación del Cine o una “rareza” de la Pintura? Para responder a esto
voy a realizar a continuación un pequeño análisis comparativo de la esencia de
estos distintos lenguajes que, espero, resulte esclarecedor.
Comenzaré por el cine. El término Cine,
con el que se conoce al Séptimo Arte, viene a significar literalmente movimiento,
pero esta palabra expresa irónicamente una cualidad que no tiene, ya que el
movimiento en el cine no es más que una ilusión. La imagen de la pantalla que
observamos los espectadores es completamente estática, con la peculiaridad de
su escasísima duración temporal, seguida de otra serie de imágenes que se
suceden a velocidad vertiginosa con secuencias estáticas coherentes. Esto
engaña a nuestra vista, que no a nuestro cerebro, y nos recrea la misma
sensación que si estuviéramos viendo ese movimiento. Aunque, si somos más
estrictos y analizamos cómo funciona la vista humana, nos encontraremos de
nuevo con otro gran engaño: el ojo tampoco percibe el movimiento, se trata de
la misma ilusión. El ojo humano es una máquina biológica que percibe imágenes
fijas, a razón de unas 30 cada segundo, es decir, envía al cerebro imágenes
sucesivas, pero fijas, de lo que va fotografiando en rápidas batidas la
retina.
Por tanto, el cine nos presenta imágenes
fijas sucesivas, esta vez 24 por segundo, que son suficientes para darnos la
sensación de que vemos el movimiento real. Pero es imprescindible que las
figuraciones fotografiadas tengan coherencia. Es decir, si una de las
imágenes que es captada por el ojo, no sigue la serie, es un fotograma que se
ha colado, el cerebro la eliminará a pesar de haberla “recibido”.
El Cine consiste en una sucesión de
imágenes fijas y, en esencia, es lo mismo que la Narrativa Gráfica. La
diferencia estriba en que en el primero hay una intencionalidad premeditada de
engañar al ojo humano haciéndole creer que las imágenes se mueven, al contrario
que en la segunda.
Pero la diferencia más grande de la
Narrativa Gráfica con el Cine no es el movimiento, simple ilusión, sino el
sonido. El Cine, que puede prescindir completamente del sonido, tiene un rico
aderezo que le ayuda a agarrar de la mano al espectador y meterlo dentro del
argumento que se le expone, intentando incluso vaciar su pensamiento crítico
para que se deje llevar por las sensaciones y “viva” la historia. El
espectador, por su parte, puede digerir con posterioridad la precipitación de
escenas que le ha hecho vivir la película y reelaborarla en su mente una vez
concluida.
En la Narrativa Gráfica no existe el
sonido, como tampoco existe en la Literatura, y para recrear una historia del
mundo real debe proceder a utilizar algún aditamento que dé la información que
un dibujo por sí mismo no puede dar. Para eso están las onomatopeyas, los
bocadillos, la voz en off y la representación de objetos cotidianos que apelen
a la experiencia vital del lector y le hagan evocar, escuchar o saborear lo que
se le ofrece al sentido de la vista. Por ejemplo, unas burbujitas en una olla
que está puesta al fuego harán que el lector escuche el borboteo e incluso
huela el guiso. La Narrativa Gráfica pide en primer lugar la colaboración
consciente del lector, pues le solicita que acepte como sonido la expresión
convencional de su traducción a letras y signos convencionales, es decir,
percibir las sensaciones de un sentido (oído, gusto, tacto, olfato) a través de
otro (la vista en el caso de los lectores de narraciones gráficas), lo cual se
denomina sinestesia.
Aparentemente el Arte más cercano a la
Narrativa Gráfica es la Literatura: los dos se encuadernan en forma de libros,
los dos tienen el ritmo de lectura que les dé el lector, los dos participan
únicamente del sentido de la vista. Es tanta la conexión que incluso algunos
despectivamente ven en los tebeos una forma infantilizada de literatura. Pues
no. Son lenguajes totalmente diferentes. La lectura de palabras es una
abstracción de símbolos gráficos convencionales que han de ser aprendidos,
mientras que la lectura de imágenes es
intuitiva, pues invoca a iconos que ya conoce el lector por su propia
experiencia. La comprensión lectora de ambas afecta a diferentes zonas del
cerebro, que pueden estar desarrolladas en proporciones dispares, según se
hayan cultivado. Incluso una narración gráfica es más complicada que una
literaria porque está apelando simultáneamente a comprensiones distantes, por
un lado icónicas y por otro simbólico gráficas, al integrar el dibujo junto a la
palabra, y la tarea de aunar ambas es más compleja.
La Literatura, con descripciones y
conversaciones, evoca paisajes y situaciones que dejan libertad al lector de
elaborarse una imagen personal de lo que ocurre. A su vez puede tener
disquisiciones filosóficas, evocaciones poéticas, etc., que potencian el
deleite intelectual. Por el contrario, la Narrativa Gráfica aporta ya las
imágenes elaboradas y facilita mucha información de lo que ocurre alrededor de
los personajes, sin necesidad de ninguna descripción. Y puede utilizar estos
elementos gráficos también para hacer poesía, para crear desasosiegos,
angustias o distensiones placenteras. Permite que seamos nosotros,
conscientemente y sin engañarnos, los que demos vida a las escenas. Y nos
sugiere el sonido, el ambiente, etc., con grafismos, mientras que la Literatura
nos tiene que contar, por ejemplo, que de fondo está sonando una música y
describirnos si esta es agradable o estridente.
La Pintura, por su parte, es un arte que
se relaciona con la Narrativa Gráfica tan sólo tangencialmente. Ambas utilizan
la plástica en dos dimensiones, pero mientas una se vale por sí misma en una
sola imagen, la otra necesita una sucesión de secuencias para ser lo que es.
Una narración gráfica sería una sucesión de cuadros pictóricos con una
coherencia interna que pretende narrar una historia, por lo cual necesita,
evidentemente, de una expresión figurativa realista de la que puede prescindir
la Pintura. Esa figuración puede variar desde el extremo realismo a lo más
esquemático, en una gradación que se constituye en uno de los elementos a
manejar por el autor en sus pretensiones plásticas, y que varía desde el dibujo
más realista o naturalista hasta el más esquemático o abstracto, siempre que
sea reconocible por el lector, para que pueda entender lo que ocurre en la
historia.
Una narración gráfica consistiría en una
serie de “pinturas” que, aisladas, nos dan la misma información intelectual y
estética que ese arte plástico, pero que juntas producen magia. Esta magia
consiste en hacernos creer que entre secuencia y secuencia ha habido algún tipo
de movimiento, tanto espacial de los personajes, como temporal. Lo que se elide
entre viñetas es tan importante como lo que se dibuja en cada una y el autor
tiene que medir tanto uno como otro, para que el resultado sea comprensible y,
es más, para que una vez logrado un ritmo de lectura el espectador tenga la
sensación de que lo que se le cuenta está ocurriendo. Lo dicho: auténtica
magia, pero sin engaño, pidiendo al lector que colabore, acepte la propuesta y
participe activamente construyendo la historia con los elementos que se le
facilitan y con los espacios, temporales o físicos, que se le suprimen.
William
Hogarth (1.697-1.764) realizó su serie El matrimonio a la moda, que
consta de seis secuencias pintadas al óleo sobre lienzo, y relata la historia
de un enlace matrimonial tradicional, donde los cónyuges se han visto obligados
a seguir la decisión familiar de un matrimonio por conveniencia, derivando la
historia en tragedia con la muerte de ambos.
La Narrativa Gráfica es, por tanto, el
maridaje entre el Cine y la Pintura, participando de algunas de las cualidades
de ambos, pero generando un lenguaje diferente, que en sí es equiparable a la
Literatura.
La recomendación: Gon,
de Masashi Tanaka.
Ciertamente -creo yo- el dibujo para las novelas gráficas ha aportado mucha expresividad que no ofrecían los cuadros. En el dibujo de Tanaka, podemos ver la velocidad de la persecución del león al ñu, que en la historia de pintura que yo recuerdo no aparece esta cualidad, piensa uno en los retratos ecuestres que son más retratos que otra cosa, como si un caballo, aún los encabritados, se estuviera quieto. También quiero llamar la atención sobre tu viñeta que yo titularía "estupor", con sus signos de interrogación; igualmente es casi inconcebible fuera de la serie de una historieta, sería como un "fotograma", tiene sentido con lo de atrás y de delante. Presenta un mensaje dinámico, que está requiriendo una explicación mientras que un cuadro se acaba en sí mismo, aunque quiera ser enigmático, como algún capricho de Goya, pero estos no están pidiendo una explicación gráfica, aunque algunos son complementarios, "esto sí, esto no" Bueno es que este Goya estaba ahí ya, en la novela gráfica, como has escrito en otra entrada. (me estoy liando) La cuestión es que todo esto está visto desde la perspectiva de un dibujante, que tiene que armar la historia, o de un lector de novela gráfica, que también necesita rellenar la historia para que funcione como tal, con situaciones como la de la viñeta "estupor", que fungen de planteamientos mas que de obra acabada, como es el cuadro tradicional.
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