Recuerde el alma dormida, abive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuánd presto se va el plazer, cómo después de acordado da dolor, cómo a nuestro parescer cualquiera tiempo pasado fue mejor. (Jorge Manrique, Coplas por la muerte de su padre).
Pues ya pasó el 2020 y no quiero hacer un balance de lo que
nos ha traído un año que será para olvidar. Aunque también nos ha dejado otras cosas
y algunas buenas. Cada uno las tendrá escritas en su historia personal. Aquí lo
que me propongo es realizar un resumen de las entradas de este año en este blog, que sirva de
índice para revisarlas y para hacer balance con el que yo mismo pueda tomar consciencia
de por dónde han ido los tiros. Y han ido, sin duda, por los relatos.
Con la etiqueta de Relatos comencé el año. He realizado 14 entradas de las 24. El primer relato hablaba de caracoles y se tituló Maneras de viajar. Le siguió el Viaje de un caracol a la ciudad. Dejé la temática gasterópoda por la maldita pandemia con una fantasía ¿absurda?: Las flores. Aprovechando la amistad con el magnífico ilustrador Julio Veredas que me ha prestado sus moluscos de tierra, regresé a los caracoles con La fauna del jardín. Luego traje a estas páginas mi relato del libro Ávila tenebrosa, titulado La niña del Torreón 88. Mezclé el encierro pandémico con los caracoles en El encierro. Hablé de metaliteratura en En busca de los senderos de la fama, con una foto mía totalmente prescindible. Y más caracoles en La polémica y en La musiquilla. Quise hacer un homenaje a Benito Pérez Galdós, del que se celebró en 2020 el centenario de su muerte y le traje a la época de los millennials: Marramiáu. Alto secreto contiene el micro relato El cazador vengativo, que realicé para un taller de literatura, pero esta es la versión previa, antes de la corrección. Más cornadas da la vida es otro micro, ahora de temática libre. El Diario de un delirio, me lo inspiró la fiesta de jálogüin. Y culmino con Micro relatos para tardes de otoño, con cuatro micro cuentos por el precio de uno (uno de ellos es Partida de caza, la versión corregida de El cazador vengativo y ha salido muy diferente, espero que mejorada).
Cuatro son las Reseñas. La primera sobre la novela Día de
Nieve, de J. Francisco Fabián, un fabuloso repaso a la
historia reciente, centrada en la ciudad de Béjar y en Madrid. Cómo no,
imprescindible para mí reseñar el libro colaborativo de la Asociación la
Sombra del Ciprés, este año titulado Ávila amorosa, que por las eventualidades pandémicas no ha
podido tener la presentación pública que merecía. Luego un excelente cuento
novelado, lleno de sabiduría y buena documentación: Por la senda de Tumut, de Luis José Martín
García-Sancho. Mi última reseña es de la magnífica novela histórica
titulada La Santa Infamia, de José Ramón Rebollada.
Coincide que los tres novelistas mencionados son tres amigos, pero esta no es
la razón de reseñar sus obras, sino la alta calidad de ellas, por lo cual las
recomiendo, sin dudas y sin paliativos.
De Narrativa Gráfica hay tres etiquetas, dos de ellas
sobre la historia de la historieta en
Italia, Los humitos del fascismo y La narrativa gráfica en la Italia de postguerra. Cierro el
año con unas tiras de producción propia, que tenía en un cajón: Historias de verdugos y pecheros.
Restan solo dos entradas más para concluir este repaso, La palabra más fea del idioma castellano, que tiene tintes
de meditación y está inserta en la Defensa del Castellano y termino en
el campo de las Reflexiones con una muy personal, ya que este año para
mí no es un año cualquiera, obviando la omnipresente pandemia, Anatomía
de unos diarios.
¿Qué nos deparará 2021? Sea lo que sea, vivámoslo intensamente y que nadie falte a esta cita cuando concluya.
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