En Italia, una vez concluida la II Guerra Mundial, se quiso
hacer borrón y cuenta nueva en muchos aspectos, pero en el mundo de la
narrativa gráfica —los fumetti— nada cambiará hasta los años 60. Los fumetti
de humor siguieron siendo esencialmente infantiles, los giornalini
continuaron las mismas tendencias, intentando soslayar el pasado con una
comicidad neutral. Los textos rimados en las revistas de humor se conservarán
hasta finales de la década de los 50.
En las revistas de aventuras tampoco cambiará nada en la
postguerra, repitiendo diseño y contenido, aunque regresarán los personajes
norteamericanos, pero ya no levantarán el entusiasmo que suscitaron
en algunos sectores durante el fascismo. La calidad del papel y de la impresión
con frecuencia fue pésima.
L'Asso di Picche aparece a finales de 1945 en Venecia
y, aunque cierra pronto a causa del escaso éxito, es importante, tanto por su
repercusión, como por reunir una importante nómina de autores, Ongaro,
Faustinelli o Hugo Pratt, que emigrarán a Argentina en los años 50 y trabajarán
para toda Sudamérica. El personaje principal de la revista, que le da nombre,
es una imitación de los superhéroes norteamericanos, un enmascarado que actuaba
en una ciudad de San Francisco plagada de gansters.
Topolino, que existía antes de la guerra, reaparece
en 1945, continuando las historias en el punto en el que habían quedado cuando
se cerró la revista en el año 43. El editor, Mondadori titubea cambiando
la periodicidad en la publicación ante la baja respuesta de los lectores,
acabando por volver a salir semanalmente. Desde 1960 pasa a formato de
bolsillo, deja de publicar aventuras realistas y utiliza personajes de estética
disneyana, alcanzando el éxito
inmediato, pudiendo ofrecer trabajo a numerosos autores autóctonos.
Los giornalini humorísticos sufrirán todos una crisis
y tendrán que reconvertirse imitando a Topolino. Florecieron los álbumes
de bolsillo, con una comicidad libre de toda ideología, que introdujo a veces
el elemento aventurero. Ediciones Alpe se convertirá en la mayor
productora de fumetti humorísticos italianos.
Había otras revistas como Il Vittorioso, semanario
católico, moralizante y anticomunista que se vendía en las parroquias y que no
llegaría a conocer la crisis como sus competidores. Pioniere, por su
parte era un semanario comunista para niños, vendido en Casas del Pueblo, pero
no tuvo nunca mucha fortuna, sobreviviendo hasta 1964. En 1955, llegó a
editarse la versión italiana de Tintin, por la Editorial Vellardi, pero
no llegó a cuajar.
Ante el fracaso de las revistas de aventuras, los editores
lanzan cuadernos en diversos formatos, con un personaje fijo. El resultado es
diverso, pero se logró que algunos triunfaran y fueran muy difundidos. De esta
forma los editores no arriesgaban, ya que si no alcanzaban el éxito se cesaba
su publicación y se proponía otro héroe a los jóvenes lectores. Entre los
personajes que triunfaron destaca Gim Toro que comenzó en 1946, de los
autores Andrea Lavezzolo (1905-1981) y Edgardo Dell'Aqua (1912-1986), que
narraba las aventuras de un italo-americano de gran fortaleza física.
También
destaca el western Tex Wiler, que se llegó a convertir en uno de los personajes
más célebres de los fumetti. Pero hubo muchísimos otros héroes como: Amok,
Misterix, Pantera Bionda, Kit Carson, Pecos Bill, Akim,
Capitán Miki, Sciuscià y Zagar. Como se puede deducir de
los nombres se observa un vuelco hacia temáticas de los cómics norteamericanos,
ya que, por ejemplo, Akim es una especie de Tarzán y Misterix
sigue las pautas de Mandrake. El gran enemigo de antes, Norteamérica, es
ahora el país a imitar.
Entre los autores de humor hay que citar algunos nombres
como Cimpellin (Carleto Sprint o Tribunzio con guiones de Carlo
Triberti), Sebastiano Craveri (La famiglia Zoo, para El Vittorioso),
Lino Landolfi (Procopio, La famiglia Bertolini), Luciano
Bottaro (Pepito, con un fantástico universo personal ambientado en
aventuras de piratas), Antonio Terenghi (Pedrito el drito, una
desmitificación del western) o Giovan Battista Carpi (Soldino e Nonna
Abelarda, un inquieto niño y su abuela temperamental).
Un poco más de espacio necesita Benito Jacovitti (1923-1997)
por su originalidad y trascendencia. Solía firmar como Jac o como Lisca
Pesce (espina de pescado). Contó con una imaginación desbordante creando un
universo propio donde eran normales elementos totalmente surrealistas, como
deformaciones de la anatomía (por ejemplo pies que tomaban la forma del
bordillo de la acera donde se apoyaban), objetos incongruentes que aparecían
por doquier (sobre todo salchichones, pescados, lápices o lombrices), una
violencia gratuita de gusto cruel y sádico que llega a resultar cómica por su
irrealidad, etc. Su estilo gráfico se caracteriza por el horror vacui,
tendiendo a llenar todos los espacios de la viñeta. Trabajó para Il
Vittorioso o Il giorno dei ragazzi. Alguno de sus personajes son Pippo,
Pertica y Palla, Battista e il fascista, Cocco Bill, Tom
Ficanasso, Gionni Galassia o parodias de superhéroes como Mandrake
o Tarzán.
BIBLIOGRAFÍA:
- Coma, Javier. HISTORIA DE LOS
CÓMICS (4 tomos). Toutain Editor, Barcelona, 1982.
- Gaumer, Patrick y Moliterni,
Claude. DICCIONARIO DEL CÓMIC, ILUSTRADO, Larousse Planeta, S.A. Barcelona,
1996.
- Guiral, Antoni. DEL TEBEO AL
MANGA. UNA HISTORIA DE LOS CÓMICS (10 tomos), Panini Comics, Barcelona,
2007-1013.
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