jueves, 14 de febrero de 2019

Poemas vitales

Llevo casi cuarenta años con Mila. Ya no podría imaginar mis días sin ella. No solo me hace falta para tener una vida ordenada, sino que es la principal razón de que yo siga respirando. Cuando ella cumplió cincuenta años se me ocurrió un regalo original: escribirle un libro. Me llevó casi un año hacerlo. Lo escribí, lo maqueté, le realicé una portada e imprimí tres ejemplares. Era un poemario que titulé “Cincuenta poemas vitales” y que consistió en elegir una fotografía de su álbum, de cada uno de sus años vividos y, tomándola de referencia, escribirle un poema. En total 50 poemas originales. Me produce pudor hacerlos públicos, ya que pertenecen a la intimidad y sobre todo son de ella, por lo que no tengo ningún derecho a hacerlo. No obstante, hace cuatro años publiqué alguno en esta misma fecha, en una entrada que titulé San Valentín. Ahora me dispongo a sacar a la luz otro poema, el 7, con la correspondiente fotografía, y lo voy a completar con uno más, que quedó fuera del libro, el 51.

Al ser una sorpresa, espero que no se enfade por publicar fotos de las que ella es tan celosa de no difundir en las redes sociales. El que sí que espero que se enfade es El Corte Inglés, porque no me voy a gastar un solo euro con este regalo.


7 La cámara de fotos


En el colegio un día

apareció un señor,

en las manos llevaba

embrujo y emoción.

Ya todos lo sabían,

alguien los avisó:



—Vestid ropas bonitas,

zapatos de charol,

peinaos bien el pelo…—

Y nadie lo olvidó.



—A la hora del recreo

formad filas de a dos.

Y luego de uno en uno

pasáis por el salón.



—Sonríe morenita.

que pareces un sol.

¡Qué ojos más bonitos!

¿Quién te los regaló?

Vuelve la cabecita,

mientras te miro yo,

que sale un pajarito.

Ya todo terminó.




51 Serenidad



La serenidad brilla

en tu dulce semblante,

trayendo madurez

al verdoso paisaje

que alienta tu sonrisa.

Belleza que deriva

de un lindo brote verde

plantado en un lejano

instante cotidiano.


Abandónate ya

a la gran placidez

de sentirte muy viva,

y no te embarques más

en largas travesías

plagadas de tormentas.


Permite que en ti anide

definitivamente

el mirlo chiquitito

de canto aflautado

y suave melodía,

el cual sin pretenderlo

te animará los días.



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