lunes, 15 de mayo de 2017

El esplendor de los tebeos en la Edad Media I

(01) Apocalipsis de Mahoma, Harat, 1436
Biblioteca Nacional, París
La Edad Media no solamente no es oscura y fría, como se ha asentado en la imaginación popular, sino que, además de ser cálida climatológicamente, debido a unas temperaturas medias superiores a las etapas precedente y posterior, supone, para los amantes de los tebeos, el período de mayor esplendor de la Narrativa Gráfica en toda la Historia de la Humanidad anterior al siglo XX. Cronológicamente va desde 476, con la caída del Imperio Romano de Occidente, hasta que desaparece en Imperio Romano de Oriente, o Bizancio, en 1453, con la toma de Constantinopla por los turcos. En un arco cronológico tan extenso se dieron multitud culturas, con un denominador común, que todas produjeron tebeos. Nos basaremos en unos pocos los ejemplos gráficos para demostrarlo.

(02) Suma histórica de Rasid al-Din
siglo XIV, Librería Universitaria,
Edimburgo
Veamos en primer lugar el mundo musulmán, del que se asegura que nunca hizo representaciones de la figura humana y mucho menos de su principal profeta, Mahoma. El ejemplo es un códice de 1436, su título es Apocalipsis de Mahoma (01). No faltan ni las viñetas yuxtapuestas, ni el texto integrado en el dibujo, ni las figuras humanas. En la primera de las escenas el Arcángel Gabriel se presenta ante el ángel de las setenta cabezas y en la segunda ante los profetas Juan y Zacarías. El siguiente tebeo es la Suma histórica de Rasid al-Din (02), que relata gráficamente en numerosas imágenes la vida del Profeta desde su nacimiento, hecho que está representado en la primera viñeta. En la segunda está el encuentro de Mahoma niño con el monje Bahira, luego la aparición al Profeta del Arcángel Gabriel y, por último, Mahoma depositando la piedra negra en el interior de la Ka'ba. También hay texto integrado en el dibujo, para que no le falte de nada.

(03) Canon Mayor de Avicena, s. XIV,
Biblioteca Universitaria, Bolonia
Ahora un ejemplo judío (03). Observemos las letras hebraicas en una página miniada perteneciente al Canon Maior de Avicena, el más ilustre de los médicos árabes.

Y acabemos con los teóricos iconoclastas trayendo un tebeo bizantino del siglo XI, que ilustra la poda de la viña y el pago a los trabajadores en dos acciones sucesivas yuxtapuestas (04).

(04) Miniatura bizantina del siglo XI
El mundo cristiano, a diferencia de los anteriores es vivamente imaginero. Empecemos por el Arte Paleocristiano, que hunde sus raíces al final del Imperio Romano, donde se recogerá la mayor parte de su producción. Del Pentateuco de Tours (05) se conservan 19 páginas miniadas que narran la historia del Antiguo Testamento con diversas secuencias sobre fondos monocromos, distribuidos en bandas que fijan el orden de lectura y con separación de escenas por arquitecturas, o fusión de escenas consecutivas en el mismo espacio. El texto, faltaría más, también se inmiscuye entre los dibujos.

El Arte Prerrománico está muy dividido y presenta características peculiares en la Arquitectura según la región, pudiendo hablar de Arte Carolingio o Visigótico, por ejemplo. Pero estas diferencias no son tan evidentes en los libros miniados, porque dependían de una minoría culta para su realización, y ésta tenía contactos entre sí que salvaba las distancias geográficas, por lo que las creaciones van a ser más homogéneas. Guardaban rasgos comunes, como el rico cromatismo o el esquematismo de las figuras, que no buscaban el naturalismo sino el expresionismo. El relato de la historia de Adán y Eva de la Biblia de Carlos el Calvo (06) es una narración gráfica del siglo IX, en concreto de 846. Pueden leer las imágenes, no es necesario siquiera traducir el texto que le complementa, como a cualquier narración gráfica que se precie.

(05) Pentateuco Ashbornnham o de Tours, s. VII,
Biblioteca Nacional, París
Dentro de los libros miniados hay un grupo especial denominado beatos. Se designa así a los manuscritos que nos trasmitían los Comentarios al Apocalipsis de San Juan (07) atribuidos al Beato de Liébana. Estaban inducidos por sentimientos milenaristas de la proximidad del fin del mundo y debían constituir un instrumento para disponer los espíritus a ese propósito. No obstante lo que ha dado verdadera fama a los beatos es su rica ilustración. Son libros que van desde el siglo X al XIII. Se conservan 27 beatos, de los cuales 24 tienen miniaturas de rico colorido y carácter narrativo, con dibujos enmarcados en viñetas, que a veces contienen texto, y unas bandas horizontales que guían la vista del lector.

(06) Historia de Adán y Eva,
Primera Biblia de Carlos el Calvo,
hacia 846, B. Nacional, París

(07) Los cuatro jinetes del Apocalipsis,
Beato de Liébana
Y hasta aquí la primera parte, dejaremos el románico y el gótico para el siguiente capítulo.


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