miércoles, 30 de diciembre de 2015

Recapitulando 2015

Este artículo no pretende repasar el año 2015 de forma general, sino tan solo hacer balance de lo que he publicado en mi blog durante este periodo. Además de a mí, también pueden servir a quien quiera repasar algunas de las entradas por su temática.


Comencé el día 1 de enero Recapitulando 2014, aunque este primer artículo no deba tenerse en cuenta en este resumen, pues pertenece al anterior.

En este 2015 he publicado tres relatos. Llamando a las puertas del cielo, surgió de la rabia interior de que la sinrazón fanática truncara la vida de gentes que creaban con toda libertad, en el atentado del Charlie Hebdo. Crimen horrendo que se vería superado por los atentados de París del 13 de noviembre. Sin palabras. No es necesaria más que una creación artística irreverente para homenajear a los mártires, no de dioses falsos como los de los asesinos, sino de verdaderos valores.

Los colores de la primavera es la cara opuesta al anterior, pues su esencia es el optimismo en un relato breve, cosido de imágenes coloridas. Con el otro, Silencios amargos, obtuve muchas satisfacciones de retorno, pues ha gustado.

Bajo la etiqueta literatura este año he tenido una entrada en la que traté de explicar Qué es la literatura desde mi punto de vista, que se resume en que es una gran mentira que cuenta la verdad.

También he abordado la poesía con San Valentín, que fue un regalo para mi chica, y Somos silencio, un poema comentado y explicado, intentando mostrar el trabajo que llevaba detrás.

He realizado tres reseñas de libros, La huella del hombre pisada, de Rubén Negro, una novela breve, muy actual y bien escrita, El mundo según los abulenses, libro colectivo en el que participo, lleno de tópicos y de sentido del humor, y Un pirata en una tasca, sobre la novela La tasca de los adversarios, de Javier Asenjo, que me sorprendió por dirigirse directamente al lector hablándole de sus miedos y complejos.

La “vida literaria” ha dado mucho de sí este año, gracias al empuje de la asociación “La sombra del ciprés”, que ha tomado cuerpo con la adhesión de muchos nuevos socios. Estas entradas pretenden tan solo dejar constancia de eventos que para mí han sido importantes y cuyo principal aliciente es el reportaje fotográfico. Comencé con la presentación del II encuentro de novelistas, del que me cupo la satisfacción de participar en la rueda de prensa que lo anunció; luego la Semana del libro en Ávila y por fin el gran acontecimiento de la Crónica de una gala anunciada, alusión literaria en la que resumí el evento que organizamos en el Auditorio de San Francisco el 7 de noviembre y en el que logramos traer al último premio Nadal y a personajes mediáticos como Tito Valverde o el Mago More. Todo un éxito a repetir y mucha gente premiada que se lo merecía.

De mi pasión por la narración en imágenes he publicado los capítulos Narrativa Gráfica III y Narrativa Gráfica IV, de los que me siento especialmente orgulloso.

Tan solo una etiqueta este año lleva el epígrafe de viajes, y es el reportaje gráfico que realicé en la Casa de Dalí y Gala en Portlligat.

He hablado de política, exponiendo mi punto de vista y mojándome como siempre, tema al que hay que sumar los artículos etiquetados como reflexiones, que no han dejado de ser también políticos. Así en Los acaparadores, incidí en cómo unos pocos desvalijan a la mayoría de la riqueza del planeta. En Quién crea empleo expuse mi teoría de que el empresario jamás creará empleo, pues solo puede realizarlo el mercado, cuando en él hay dinero, y esta es la médula sistema capitalista. En Las ruedas de molino me despaché contra esos eslóganes en que nos quieren hacer creer, a pesar de su irracionalidad; por ejemplo, que la propiedad de nuestra vivienda debe ser de un arrendador y que debemos conformarnos con alquilarla en lugar de comprarla. Solo los trabajadores, claro. O que debemos fomentar la natalidad en un mundo superpoblado y que todos tenemos la obligación de hablar Inglés. Gilipolleces.

En Cuestión de fe, hablé de la falacia de considerar que esta es una palabra hermosa y brillante, cuando es una de las más horrendas que existen. La fe es un acto volitivo, creemos en los que nos da la real gana, y eso nos lleva a la incomprensión, la violencia y la guerra. No hay más. En Abundando en la fe y en la democracia, insistí en que la democracia consiste en un acto racional por el que logramos que la administración de los bienes comunes dependa de la mayoría, y no en una plutocracia que nos pone por delante la fe, para que les sigamos de forma irracional y suicida. En La “Fiesta del Encuentro”, reivindiqué que los castellanos nos sintiéramos orgullosos de protagonizar la hermandad de dos continentes, en contra de las corrientes que solo ven los crímenes, que por otro lado eran lo habitual de tiempos anteriores y en los que nuestros antepasados nunca fueron destacados paladines.

Concluyo este repaso con el tema que más cerca llevo del corazón, como es la defensa del idioma castellano, al que veo en claro peligro de extinción, y por el que lucharé mientras me quede un poco de razón. En Tocada y ¿hundida? la lengua de Cervantes, expongo todos estos miedos. Un salvavidas para el idioma Castellano, recoge la propuesta de Pablo Gonz, que pretende una escritura fonética, para evitar las dificultades que muchos tienen en escribir correctamente. ¿Será la solución?

En fin, que el 2016 colme todas las esperanzas de la gente de buena voluntad.

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