Comenzamos.
Bajo la etiqueta de Historias,
el 26 de julio quise dar un repaso a mis libros y hablé un poco de mi historia personal, contando cómo me di cuenta, bastante tarde ya, de que yo era un escritor. Y el 14 de octubre, a raíz de la denominada Fiesta de la Hispanidad, me salí de lo políticamente correcto,
reivindicando que debemos asumir la historia de nuestro país y borrar de una
vez la leyenda negra que de forma tan
masoquista hemos asumido los españoles de manera injusta.
He hablado de literatura, a mediados de noviembre, en una
entrada que, para mi sorpresa, tuvo mucha repercusión: El placer de la lectura.
Este año, mi análisis personal de la narrativa gráfica ha
tenido cuatro capítulos: El esplendor de los tebeos en la Edad Media I, El esplendor de los tebeos en la Edad Media II, Tebeos en el Renacimiento y Los tebeos del Barroco. ¿Que los tebeos son cosa actual?
¡Qué va!
Por qué escribo poemas. No lo sé, la verdad, me ruboriza
exponerlos a la lectura pública, pero la publicación en un libro de uno
titulado así, me dio para una entrada con esta afirmación, que no pregunta.
Cada vez escribo menos de política, no obstante, la
indignación me llevó a Mear fuera del tiesto, o mejor dicho, a denunciar a quienes
lo hacen. Es cierto que Ávila está mal en muchos aspectos, pero considerar a
todos los políticos iguales y sentenciar todas las actividades con el mismo
veredicto es sumamente injusto.
Mis Reflexiones me
han llevado este año ha hablar de Nacer y morir, parafraseando mi novela Lo demás es cosa vana (buen
regalo para estas fiestas;-). También hice una comparación entre yijadismo y machismo y una reflexión sobre la amistad, a
raíz de la dolorosa pérdida de un amigo de forma abrupta e injusta: Hasta siempre, Alfredo.
He tenido un año repleto de relatos, aunque todos, esta vez,
habían sido publicados con anterioridad de forma impresa: El orgullo de enseñar nuestra ciudad, Terrones y almenas, Ávila se adelanta a Cataluña y declara su independencia y Dos microrrelatos y un romance. Con la enorme satisfacción de
que Ávila
independiente y El orgullo de enseñar nuestra ciudad
están entre las tres entradas más leídas de mi blog, en sus cinco años de
andadura, a base de 24 entradas anuales. La otra es mi despedida de Alfredo.
Todas de 2017.
En el mes de febrero he reseñado la novela Más allá del Darién, de Humberto Mendoza, que tuve el honor
de coopresentar en El Episcopio. En marzo puse unos fragmentos de mi novela Operación Caipiriña (mis disculpas, no se trataba más que
de publicidad encubierta, pero no me lucraba, ya que era de descarga gratuita.
Próximamente en las mejores librerías, estén atentos ;-). Realicé un resumen
del contenido del libro Leyendas según los abulenses (edición agotada en estas
fechas, aunque ya está en las librerías la segunda edición;-). Terminé en con
un Largo viaje del LSD al ADSL, del genial Ánzoni Martín, a
quién también tuve el placer de presentar en el Café del Mercado. Tarde de
abril inolvidable.
Los viajes me han llevado a recordar la visita que le hice a
la Sagrada Familia de Barcelona en 2014, motivado por la
repulsa a los atentados yijadistas de Cambrils y Barcelona del mes de agosto.
Y termino con la Vida
literaria. Comencé el año celebrando una iniciativa empresarial de unos amigos que ofrecía la
descarga gratuita de libros, pero que en estas fechas ya no existe, lo cual
lamento. A través de Valbo publiqué a
mi detective Elicio Iborra, el cual regresará en papel (en breve en las mejores
librerías ;-). Y, cómo no, tengo el gustazo de finalizar este repaso a 2017 con
un resumen fotográfico de la magnífica tercera gala de entrega de premios de la asociación cultural de novelistas La sombra del ciprés, que en este año he
tenido el orgullo de presidir, sucediendo a mi amigo César Díez Serrano. Sigo
tus pasos, César, algún día haré algo de tanta calidad y éxito como tu Gloucester Post. ¿Será en
2018?
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