jueves, 28 de septiembre de 2017

Los tebeos del barroco

Al igual que el gótico era una continuación del románico con esencias nuevas, el barroco continuaba el renacimiento con la ruptura del equilibrio clásico, efectuado con diversos recursos, como la repetición rítmica de elementos, la creación de tensiones compositivas, la escenificación teatral, el enmascaramiento de los elementos constructivos, la distorsión, el dinamismo, el contraste, el retorcimiento...

[Gasse for the Times, 1648. Museo Británico, Londres.]

Y continuaron haciendo tebeos, no faltaba más. Como primer ejemplo traemos una sátira inglesa contra las religiones no ortodoxas de mediados del siglo XVII. Si escondemos la fecha, seguro que muchos apostarían que están ante un cómic actual. Y no me privo de llamarlo cómic, porque procede del ámbito anglosajón.



[Evangelicae Historiae Imagines, 1593.]


El Concilio de Trento, contraviniendo las reformas Luterana y Calvinista, pretendió la utilización de imágenes para instruir al pueblo en artículos de fe. Siguiendo esta recomendación el jesuita mallorquín Jerónimo Nadal publicó en Amberes en 1593 las Evangelicae Historiae Imagines, que consisten en un evangelio narrado con imágenes, acompañadas de un comentario explicativo.

[La peste en Londres, siglo XVIII, grabado anónimo. Magdalane Collage, Cambridge.]


Sin salir del género bibliográfico, veamos otro ejemplo de cómic, que ofrece imágenes narrativas de los efectos de la terrible epidemia de peste sufrida en Londres y que integra imagen y texto, complementándose en una narración que también podría confundirse como realizada en el siglo XX.


La Pintura Barroca también tuvo grandes maestros narradores, destacando el inglés William Hogarth (1697-1764) como uno de los más brillantes. Gran dibujante, cultivó el retrato, pero su especialidad fue la crítica de la vida costumbrista británica y con esa intención realizó su serie El matrimonio a la moda, que consta de seis secuencias y relata la historia de un enlace matrimonial tradicional, donde los cónyuges se han visto obligados a seguir la decisión familiar, sin que por parte de ellos hubiera interés alguno, ya que no se trataba más que de unir una familia aristocrática arruinada con unos ricos burgueses sedientos de títulos nobiliarios y, como es previsible, interfiere un asunto de cuernos, que pone en entredicho la honra, derivando la historia en tragedia con la muerte de ambos.

[Matrimonio a la moda, William Hogarth, 1743, óleo sobre lienzo. National Gallery, Londres.]

Es impagable observar con detalle cada escena, cuya yuxtaposición nos completa una narración repleta de guiños. Primero el rico burgués, padre del novio, el cual está ausente de la escena, está ultimando con sus asesores las estipulaciones matrimoniales, mientras el noble, que no se rebaja a esos asuntos menores, esnifa rapé al lado de su hija, que está siendo camelada por un joven abogado. La segunda viñeta representa la vida disoluta que lleva la joven pareja tras la boda. Acaban de dar una fiesta y se desperezan ignorándose mutuamente, ante el desorden de su mansión y la indignación del contable de la familia. En la tercera secuencia el marido está haciendo tratos para “llevarse al huerto” a una joven. En la siguiente imagen la esposa, por su parte, da su fiesta particular y se deja cortejar por el leguleyo de la primera viñeta. Pero, oh, la tragedia llega en la quinta secuencia. El marido, herido de muerte deja caer su espada, hay otra en el suelo manchada de sangre; la esposa suplica por su vida y alguien huye en paños menores por la ventana. Está claro lo ocurrido, se deduce de lo presente, el esposo pilló in fraganti a su “amada” mujer en brazos del otro y todo acabó en duelo de honor. La última viñeta representa el cadáver de la joven que acaba de suicidarse, ante los ojos de su hijo y los sirvientes. Con el amante huido y condenado a muerte, el marido fallecido y su padre deshonrado, qué otra salida le quedaba a la pobre… El último detalle es asombrosamente ilustrativo, el compungido suegro está quitando el valioso anillo del cadáver de su nuera…

Esta es una de las narraciones gráficas del autor, pero Hogarth no consiguió su propósito por casualidad, abandonando después este lenguaje, sino que sabía lo que quería y realizó otras narraciones similares como La carrera de la prostituta y La carrera del libertino. Sus series de cuadros se expusieron ordenadas para que pudieran leerse y, es más, tuvieron tanto éxito que fueron vendidas más tarde como portafolio de grabados. Es decir se vendieron en reproducciones múltiples, como se venden hoy en día los tebeos, para que pudieran ser leídas por los compradores en sus casas.

Con William Hogarth tenemos el más grande ejemplo de un autor que sabía lo que quería hacer y realizó conscientemente narraciones gráficas antes de que existiera una teoría sobre el género. Y perteneció al siglo XVIII.

[Proceso de producción de la lana, grabado por Hinton, 1749. Civica Raccolta Stampe Bertarelli. Universal Magazine, Milán.]

Concluiremos este capítulo con dos ejemplos de Narrativa Gráfica, que nos afirmen en la intención de demostrar que no existe época, ni estilo, sin realizaciones de este lenguaje. El primero es un grabado de la Universal Magazine, de 1749, donde se explica el proceso del esquileo de las ovejas y el lavado, batido y cardado de la lana. Es una perfecta narración gráfica, aunque no consista en el relato de un cuento o historia, pues también las yuxtaposiciones icónicas nos pueden explicar procesos científicos o de otra índole. No hay que olvidar que estamos ahora en la época de la Razón y de la Ciencia y que la Narrativa Gráfica también puede servir para sus propósitos. El otro ejemplo está clasificado como pictórico y ya lo hemos visto, pero tenemos que traerlo a su época para situarlo. Merece la pena releerlo ahora para disfrutar de la narración de la captura del bandido maragato realizada por Goya.

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