Intentaré demostrar que sí, aunque la Prehistoria, por
definición, es el período anterior a la invención de la escritura.
No obstante es lógico pensar que cuando apareció la
literatura escrita esta ya existía de forma oral, y la prueba está en que el
libro de los libros, la Biblia, es el documento escrito de una tradición oral
muchos siglos anterior. De lo que debemos deducir que la literatura nació antes
que la escritura, al igual que la música es anterior al pentagrama.
Hace tan solo un instante de tiempo, en la larga carrera
evolutiva de la humanidad, se pudo producir un tipo de actividad con la que un
individuo intenta conseguir una reacción en un semejante que evidencie su
sensibilidad humana y que llamamos Arte. Un ser de pensamiento complejo en
cuanto vio que con un dedo tiznado de ceniza, o con un palo rascando la arena,
podía hacer aparecer la silueta de un animal y con barro podía dar forma a algo
que le resultara reconocible en la naturaleza, se convirtió en algo especial,
inventando las artes plásticas, seguramente siglos antes de que realizara las
pinturas rupestres que han perdurado. Estas primeras pinturas son la concreción
religiosa de una técnica que ya dominaba, según demuestran las primitivas, que
no simples, decoraciones murales paleolíticas. Como ya tenían desarrolladas
capacidades de lenguaje simbólico, puestas de manifiesto en sus realizaciones
artísticas, no hay que dudar de que por entonces nacería también la literatura
oral, con historias de héroes tribales o de cacerías prodigiosas, tamizadas por
la mitología fantasiosa, que se contarían alrededor de las hogueras nocturnas o
en otros momentos de descanso. De igual forma nació la música haciendo ritmos
con huesos y palos y consecuentemente también la danza. De todo ello no quedan
restos, pero estoy seguro que nadie se atreverá a negarlo.
Pero desde que el hombre descubrió la posibilidad de
expresarse plásticamente, tuvo ante sí dos caminos posibles: el de la pintura y
el de la narración. No es difícil imaginar que en el silencio del acecho de una
partida de caza, el cabecilla hiciera en el suelo con la punta de su flecha
algún esquema de los pasos a dar para lanzarse sobre la presa, y estos esquemas
a veces serían yuxtaposiciones de dibujos en secuencias coherentes de intención
narrativa, es decir, tebeos. Pero, claro, al igual que la literatura oral, de
estas primeras manifestaciones no han pervivido restos para la posteridad,
desapareciendo una vez cumplida su función comunicativa.
La intencionalidad de las realizaciones rupestres
seguramente fuera de tipo religioso, en una visión espiritual panteísta y
animista que quería propiciar la caza y la reproducción, fundamentales para la
subsistencia grupal. Los cromañones del Magdaleniense, aparte de unas
espléndidas venus esculpidas, nos han dejado muestras de una magnífica pintura
naturalista de temática animal, que aún hoy sorprende por su perfección y
belleza.
El Neolítico aparece entre el VIII y el VII milenio antes de
nuestra Era en el meseta del Irán, costas meridionales del Mar Caspio, Siria,
Palestina y la actual Turquía. Se crean las primeras aldeas sedentarias, tras
domesticar la agricultura y a los animales más útiles; se inventa la cerámica y
se abandonan las cuevas, aunque las herramientas, siguieron siendo de piedra,
hueso y madera. Pero la pintura rupestre continuó su andadura, ahora en abrigos
rocosos y en las entradas de las cuevas, siendo lógico que también se pintasen
rocas al aire libre, árboles e incluso sus propios cuerpos, de lo que no han
quedado muestras, como puede suponerse.
Si alguien quiere levantar una chabola colocando unos
materiales de cerramiento, no dudo que acabará consiguiéndolo, encontrando la
forma más práctica, aunque no hubiera visto ninguna antes, pues tiene a su
alcance esos materiales y también la necesidad de cobijarse, que sería el motor
de la realización. Así quien quisiera contar cómo vivía cotidianamente,
sabiendo ya pintar figuras humanas, no sería extraordinario que lograse
secuencias dispuestas en orden lógico, y si no ha sobrevivido ninguna muestra,
eso no quiere decir que no tuviera la capacidad para hacerlo.
Si en la prehistoria pintaban podían utilizar esa técnica
para otra cosa que no sea meramente plástica, sino comunicativa, al ser un
lenguaje tan natural e intuitivo como hacer ritmos con palos (música) o contar
hazañas memorizadas de héroes míticos (literatura oral).
La Pintura es, por decirlo de alguna manera, un arte
decorativo, cuando no cargado de potencial mágico o religioso. Pero la
narración gráfica es esencialmente un lenguaje comunicativo, más necesario
cuando aún no estaba inventada la escritura, aunque, una vez cumplida su
función de transmisión de información, ya no tenía otro valor intrínseco como
la pintura y la escultura (magia, religión), siendo mejor candidato a ser
olvidado y por tanto a desaparecer. Además, por su función comunicativa tendría
ubicaciones menos “nobles” que un santuario rupestre, como sería la misma
tierra, el barro, maderas pulidas o rocas exteriores más accesibles a los
potenciales “lectores” que el interior de las cavernas.
El hecho de que la invención de la escritura se base en
dibujos que simbolizan palabras, deja intuir que lo primero que se les ocurrió
era dejar mensajes a los interlocutores no presentes por medio de dibujos, lo
cual nuevamente apunta a pensar que en algún tiempo anterior a la invención de
la escritura existieron comunicaciones narrativas o explicativas con secuencias
de dibujos.
Por tanto, mi conclusión es que en la Prehistoria existió la
Narrativa Gráfica, lo contrario sería una incoherencia. Sus registros, o bien
han desaparecido por completo o están ahí, esperando a que revisemos los restos
supervivientes con nuevos ojos, los ojos de personas que saben que se pueden
leer los dibujos que se disponen ordenados.
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