lunes, 16 de mayo de 2016

¿Existieron tebeos en la Prehistoria?

Intentaré demostrar que sí, aunque la Prehistoria, por definición, es el período anterior a la invención de la escritura.

No obstante es lógico pensar que cuando apareció la literatura escrita esta ya existía de forma oral, y la prueba está en que el libro de los libros, la Biblia, es el documento escrito de una tradición oral muchos siglos anterior. De lo que debemos deducir que la literatura nació antes que la escritura, al igual que la música es anterior al pentagrama.


Hace tan solo un instante de tiempo, en la larga carrera evolutiva de la humanidad, se pudo producir un tipo de actividad con la que un individuo intenta conseguir una reacción en un semejante que evidencie su sensibilidad humana y que llamamos Arte. Un ser de pensamiento complejo en cuanto vio que con un dedo tiznado de ceniza, o con un palo rascando la arena, podía hacer aparecer la silueta de un animal y con barro podía dar forma a algo que le resultara reconocible en la naturaleza, se convirtió en algo especial, inventando las artes plásticas, seguramente siglos antes de que realizara las pinturas rupestres que han perdurado. Estas primeras pinturas son la concreción religiosa de una técnica que ya dominaba, según demuestran las primitivas, que no simples, decoraciones murales paleolíticas. Como ya tenían desarrolladas capacidades de lenguaje simbólico, puestas de manifiesto en sus realizaciones artísticas, no hay que dudar de que por entonces nacería también la literatura oral, con historias de héroes tribales o de cacerías prodigiosas, tamizadas por la mitología fantasiosa, que se contarían alrededor de las hogueras nocturnas o en otros momentos de descanso. De igual forma nació la música haciendo ritmos con huesos y palos y consecuentemente también la danza. De todo ello no quedan restos, pero estoy seguro que nadie se atreverá a negarlo.


Pero desde que el hombre descubrió la posibilidad de expresarse plásticamente, tuvo ante sí dos caminos posibles: el de la pintura y el de la narración. No es difícil imaginar que en el silencio del acecho de una partida de caza, el cabecilla hiciera en el suelo con la punta de su flecha algún esquema de los pasos a dar para lanzarse sobre la presa, y estos esquemas a veces serían yuxtaposiciones de dibujos en secuencias coherentes de intención narrativa, es decir, tebeos. Pero, claro, al igual que la literatura oral, de estas primeras manifestaciones no han pervivido restos para la posteridad, desapareciendo una vez cumplida su función comunicativa.


La intencionalidad de las realizaciones rupestres seguramente fuera de tipo religioso, en una visión espiritual panteísta y animista que quería propiciar la caza y la reproducción, fundamentales para la subsistencia grupal. Los cromañones del Magdaleniense, aparte de unas espléndidas venus esculpidas, nos han dejado muestras de una magnífica pintura naturalista de temática animal, que aún hoy sorprende por su perfección y belleza.

El Neolítico aparece entre el VIII y el VII milenio antes de nuestra Era en el meseta del Irán, costas meridionales del Mar Caspio, Siria, Palestina y la actual Turquía. Se crean las primeras aldeas sedentarias, tras domesticar la agricultura y a los animales más útiles; se inventa la cerámica y se abandonan las cuevas, aunque las herramientas, siguieron siendo de piedra, hueso y madera. Pero la pintura rupestre continuó su andadura, ahora en abrigos rocosos y en las entradas de las cuevas, siendo lógico que también se pintasen rocas al aire libre, árboles e incluso sus propios cuerpos, de lo que no han quedado muestras, como puede suponerse.


Si alguien quiere levantar una chabola colocando unos materiales de cerramiento, no dudo que acabará consiguiéndolo, encontrando la forma más práctica, aunque no hubiera visto ninguna antes, pues tiene a su alcance esos materiales y también la necesidad de cobijarse, que sería el motor de la realización. Así quien quisiera contar cómo vivía cotidianamente, sabiendo ya pintar figuras humanas, no sería extraordinario que lograse secuencias dispuestas en orden lógico, y si no ha sobrevivido ninguna muestra, eso no quiere decir que no tuviera la capacidad para hacerlo.
Si en la prehistoria pintaban podían utilizar esa técnica para otra cosa que no sea meramente plástica, sino comunicativa, al ser un lenguaje tan natural e intuitivo como hacer ritmos con palos (música) o contar hazañas memorizadas de héroes míticos (literatura oral).


La Pintura es, por decirlo de alguna manera, un arte decorativo, cuando no cargado de potencial mágico o religioso. Pero la narración gráfica es esencialmente un lenguaje comunicativo, más necesario cuando aún no estaba inventada la escritura, aunque, una vez cumplida su función de transmisión de información, ya no tenía otro valor intrínseco como la pintura y la escultura (magia, religión), siendo mejor candidato a ser olvidado y por tanto a desaparecer. Además, por su función comunicativa tendría ubicaciones menos “nobles” que un santuario rupestre, como sería la misma tierra, el barro, maderas pulidas o rocas exteriores más accesibles a los potenciales “lectores” que el interior de las cavernas.


El hecho de que la invención de la escritura se base en dibujos que simbolizan palabras, deja intuir que lo primero que se les ocurrió era dejar mensajes a los interlocutores no presentes por medio de dibujos, lo cual nuevamente apunta a pensar que en algún tiempo anterior a la invención de la escritura existieron comunicaciones narrativas o explicativas con secuencias de dibujos.


Por tanto, mi conclusión es que en la Prehistoria existió la Narrativa Gráfica, lo contrario sería una incoherencia. Sus registros, o bien han desaparecido por completo o están ahí, esperando a que revisemos los restos supervivientes con nuevos ojos, los ojos de personas que saben que se pueden leer los dibujos que se disponen ordenados.

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