Es verano y, en sintonía con ello, tratemos temas intranscendentes, que
suelen ser los más trascendentes de todos los temas.
¿Existe vida extraterrestre? ¿Están aquí? ¿Estoy chiflado?
Por favor, juzgadme al final, no ahora, que de entrada diré cosas aparentemente
absurdas, como que pretendo demostrar sin género de duda que es imposible que
no exista vida extraterrestre y que suelo desplazarme, literalmente, a
velocidades muy superiores a las del sonido. ¿Qué no? No hay más que echar mano
de las matemáticas… Advierto que soy de letras.
Nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene cerca de 500.000.000.000 de
estrellas (sé que estos números de muchos ceros pueden escribirse multiplicando
la unidad por 10 elevado a la “n” potencia, o bien con letras [quinientos mil
millones, etc.], pero pretendo desarrollar las cifras con todos sus ceros, para
que la demostración sea más gráfica).
Existen alrededor de 100.000.000.000 de galaxias en el Universo y cada
una contiene aproximadamente 1.000.000.000 de estrellas. Hagamos la cuenta del
número de galaxias por el número de estrellas y tendremos
100.000.000.000.000.000.000 estrellas en el Universo. Con una media de 10
planetas por cada estrella, tendremos 1.000.000.000.000.000.000.000 planetas.
O sea, mil trillones de planetas, ¿y sólo uno habitado? ¿No está el
Universo hecho de la misma materia? ¿No está demostrado que la vida puede
viajar en meteoritos? Si la vida en La Tierra fue “sembrada” por un meteorito –teoría
panespérmica–, ¿qué es más probable?
¿Que en tal cantidad de planetas haya otro “sembrado” o que no haya ninguno más
que el nuestro? Para mí no hay duda, es impensable, e imposible, que seamos
algo único en mil trillones de posibilidades.
Vale, ahora viene lo de las distancias. Si tardamos casi un año en
llegar a Marte, ¿cómo va a llegar a La Tierra una nave extraterrestre que
partirá de una distancia de años luz?
Apunte al margen: Velocidad de la luz: 300.000 km/s –299.792,25 para
ser precisos–. Año-luz es la distancia recorrida en un año a la velocidad
de 300.000 km por segundo, distancia
imposible de recorrer para nosotros… Todavía.
La miopía científica nos hace creer que lo que no se vislumbra como
posible no puede existir, pero, pongamos un ejemplo, ¿qué pensaría el padre del
racionalismo, Descartes, si alguien le dijera que una persona situada delante
de un cuadro colgado en la pared puede hablar con la imagen y ésta le puede
responder y que con una varita mágica puede cambiar esa pintura por una escena
de animales en movimiento? ¿Imposible? Para el siglo XVII desde luego, pero no
para el nuestro, que en una pantalla de plasma podemos pasar de una
videoconferencia a ver un documental de animales con un mando a distancia. No
es que no podamos movernos a velocidades superiores a la de la luz, sino que no
tenemos esa tecnología… Aún.
Reflexionemos al respecto. La argumentación aportada es que un hombre
no puede superar tres veces la velocidad del sonido, o “march3”, porque
perdería el conocimiento. ¿Seguro?
Visionemos algunas cifras más.
Velocidad del sonido: 331,8 m/s en el aire a 0º C –una media de 340 m/s–.
Velocidad orbital de La Tierra (sí, regresemos al cole, La Tierra tiene dos
movimiento, rotación y traslación): 29.500 m/s. Distancia media entre La Tierra
y el Sol: 149.600.000 km, pero La Tierra
realiza una elipse alrededor del Sol de 930.000.000 km, en tan solo 365 días. Es
decir que recorre una distancia de 2.547.945 km al día, 106.164 km/h, 1.769
km/minuto, 29,50 km/s, 29.500 m/s, y nosotros vamos en ese bólido sin
despeinarnos.
Conclusiones, la velocidad del sonido es 340 m/s y nosotros viajamos en
la Tierra a 29.500 m/s, o sea, que no vamos a march3, sino a march90. Pero eso
no es todo, porque el Sol también se está moviendo –entre 30 y 50 km/s– dentro
de la Galaxia, la cual, a su vez, se mueve en el Universo... Eppur si muove.
Una persona, tomando el sol sobre una toalla en una playa en este mes
de julio, está viajando por el espacio a casi noventa veces la velocidad del
sonido –exactamente 86,76 veces más rápido–,
sin contar con la velocidad en que el sistema solar se mueve en la Vía Láctea y
ésta en el Universo. ¡Y al tipo de la toalla ni se le agita el vello de sus
peludas piernas! –siento traer esta imagen a vuestras mentes, pero no me atreví
con el ejemplo femenino.
Es posible que en mis números tenga alguna pequeña imprecisión, o error
de cálculo, advertí que soy de letras –ante lo cual pido disculpas y estoy
dispuesto a corregir–, pero a grandes rasgos son correctos y fácilmente
comprobables.
Si cotidianamente superamos así la velocidad del sonido, ¿quién puede
seguir manteniendo que no podríamos superar la velocidad de la luz, para
desplazarnos a un mundo habitado lejano? ¿Quién puede seguir manteniendo que
alguien de un mundo alejado no puede llegar al nuestro? ¿La solución no sería
cambiar la aceleración mecánica basada en el empuje, por otro tipo más integral
de aceleración? ¿Y si nos paramos nosotros en el Universo, de forma teórica
claro, mientras que lo que hay alrededor sigue su camino? ¿No estaríamos
viajando a velocidades astronómicas? ¿Dónde está el límite de velocidad a que
puede viajar un ser humano? ¿Qué zonas de la Vía Láctea podríamos visitar? ¿Y
de otras galaxias? ¿Qué sabemos de la curvatura del espacio? ¿Y los agujeros de
gusano? ¿Existen otras dimensiones? ¿Y otros universos?
Con la posibilidad cierta de que existan numerosísimos mundos habitados
–pensemos por lo bajo en unos cuantos millones–, y algunos mucho más
adelantados que nosotros, ¿no existe ninguno que posea esas tecnologías de
desplazamiento interestelares?
Para concluir, disolvamos la última objeción, ¿si ya están aquí por qué
no han contactado?
Si nos visitan es que están más evolucionados, por supuesto, y si están
más evolucionados no quieren interferir en nuestro desarrollo cultural.
Nosotros con la perspectiva histórica de pocos cientos de años podemos
comprender lo que ocurrió con las culturas precolombinas tras nuestra “visita”,
o con las culturas celtas luego de la invasión romana: Desparecieron. No es
ninguna incongruencia que nos dejen evolucionar hacia nuestro propio destino,
sobre todo cuando no podemos aportarles nada a ellos y su contacto a nosotros
nos destruiría.
¿Por qué cerramos los ojos a la evidencia? Existen todo tipo de
testimonios de avistamiento de naves tripuladas (descartando a los frikis),
existen numerosas evidencias a lo largo y ancho del mundo y de la Historia: Estamos
siendo visitados, desde la Prehistoria, por seres extraterrestres, a cuya
génesis pertenecemos por pura lógica.
Lo sé, si no estoy chiflado, lo parece. Pero quien no esté de acuerdo
que me lo rebata científicamente, que se deje de insultos fáciles. ¡Ah! Y yo no
he visto un ovni en mi vida.
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