sábado, 14 de septiembre de 2013

Do you speak English?



Aviso, este artículo va contracorriente, así que ya podéis ir afilando los comentarios para desacreditarme. Pero me mantendré firme, porque no opino a la ligera, sino que es algo que llevo desde hace tiempo en las meninges y en la bilis.

¿Por qué c… todo el mundo en este país debe aprender a hablar Inglés?

Vamos a obviar el ridículo olímpico de la alcaldesa de Madrid en Argentina, esa es otra cuestión; quien tiene responsabilidades políticas –llamémoslo Presidente del Gobierno, aspirante a un cargo internacional o a llevarse un “pastel” internacional– debe hacer horas extras con un profesor particular, para darle a la lengua de la pérfida Albión. Quien trabaje en multinacionales, también debe bilinguarse en Inglés (sé que me he inventado el verbo, pero ahí queda). Y eso es todo, aunque habrá quien apunte que, debido al paro en nuestro país, todo quisque habrá de preparar las maletas con la lengua de Shakespeare; pero, ¿también quien vaya a París o a Pekín? ¿Y a Argentina o Chile?

Sé que el Inglés es el idioma internacional, pero ¿por qué? ¿Por qué no el Latín? ¿O el Castellano? También sé la respuesta, porque quien manda es el dólar, EE.UU y la Commonwealth capitaneada por el United Kingdom… Pero yo me rebelo contra esto.

Y me rebelo porque pertenezco a una comunidad de hablantes que en cantidad somos la tercera en el Mundo, después del Chino Mandarín y el Inglés y que, en calidad literaria, no tiene nada que envidiar a ninguno de ellos, ni a otros como el Francés o el Ruso. Y me rebelo, sobre todo, porque este papanatismo angloparlante está deteriorando nuestra rica lengua a marchas forzadas. Ya nadie se preocupa en poner correctamente una hache o una tilde, tan sólo se preocupan de escribir bien términos como smartphone  o software. Si no podemos escribir la eñe, la sustituimos por una ene, la tilde se ahorra, así no hay que pensar dónde va, distinguir la be de la uve queda para los filólogos, la hache o la ignoramos o la jotalizamos –cuántos palabros me estoy inventando, estoy “sembrao”–, a la uve doble la llamamos doble uve –doble uve doble uve doble uve… punto com–, los signos de interrogación y admiración, con ponerlos al final sobra… ¡Quevedo, no resucites! Salvo que sea para hacer semblanza de una nariz a unos idiotas pegados, ya que en una generación no podrán leerte los españoles al desconocer el idioma en el que escribías.

Pienso que, al final, todo es cuestión de confianza. No nos sentimos importantes y no queremos –no queremos, repito– valorar lo que tenemos. Cómo envidio el chauvinismo francés. Ellos no se rinden a perecer idiomáticamente y han creado la Francophonie, que abarca al conjunto de francoparlantes, englobando tanto países como minorías idiomáticas o, simplemente, gentes que aman esta lengua. En cualquier congreso o conferencia internacional –incluidas las Olimpíadas– han impuesto el Francés como lengua necesaria, junto al Inglés: Yunaited Kindon, seven poin, ruayominí, sep puan.


Debido a la intromisión del Inglés por todas partes, los originarios de estos países, en especial del Reino Unido, se han acostumbrado a viajar por el mundo y que en todas partes les entiendan. Llegando a la soberbia de exigir donde van que se hable el Inglés y si no es así, se indignan y tachan de ignorantes a los nativos. Ellos, por otro lado, no tienen ningún interés en aprender ningún otro idioma, achacándolo sarcásticamente a que no tienen facilidad para ello. Ni siquiera a los jubilados que se vienen a vivir definitivamente a nuestras costas se les ha pasado por la cabeza que sería bueno que aprendieran Castellano. Esto les perjudica seriamente, porque acercarse a otro idioma es intimar con su cultura y hacerse más tolerante. Y no me contradigo, defiendo que en España no tiene todo el mundo que aprender Inglés, pero no defiendo que no es bueno estudiar otras culturas y otras lenguas: el Francés y el Portugués, porque son vecinos, el  Catalán y el Euskera porque son españoles, el Alemán y el Chino porque hay que buscarse la vida laboral… Y en las Naciones unidas que utilicen traductores simultáneos, que para esos los tienen.
Frente a la tendencia a un Gobierno Planetario, una economía mundial y una cultura común, yo defiendo unos gobiernos locales, surgidos de las confederaciones de municipios –regiones– que formen estados federales. Defiendo la diversidad cultural e idiomática, que enriquece el conjunto y que surge de las peculiaridades de cada región. Y defiendo, encarecidamente, la economía aferrada a la tierra y a los recursos naturales. Que los tomates se consuman en el área en el que se producen, sin gastos de transporte contaminantes, ni almacenamientos no naturales, que obligan a hacerlos “de plástico”, para que no se pochen. Estoy en contra de los grandes cultivos que arrasan áreas geográficas y crean excedentes que se destruyen para que no bajen sus precios. La economía global en lugar de acabar con las hambrunas en las regiones desfavorecidas, las aumentan, por las especulaciones financieras con los cultivos.


El Quijote no se escribió en Inglés y es una obra internacional, tan sólo fue necesaria una buena traducción a cada idioma, o que el curioso lector estudiase la lengua en la que se escribió. Lo mismo ocurre con el Hamlet, el Goethe o El Avaro de Molière.

Hablamos un idioma, al que yo denomino Castellano porque nació en Castilla, al igual que el Inglés nació en Inglaterra –no se llama Reinounidense–. Un idioma que hablan 528 millones de personas. Un idioma muy rico en matices y bello en expresiones. Hablamos un idioma que tiene escrita tal cantidad de literatura que basta para colmar las ansias de saber y de disfrute de cualquiera. Defendámoslo, difundámoslo y enorgullezcámonos de él.

Que estudie Inglés quien lo necesite o le apetezca –al igual que Francés, Japonés, etc.–, y si un norteamericano va a una oficina de Correos en Chiclana de la Frontera ¡que aprenda la palabra “sello”, cojones! –Nota: este término está en el diccionario de la R.A.E.

4 comentarios:

  1. Jajajaaja ... Me ha encantado, por fin alguien que piensa como yo, YO TAMBIEN DEFIENDO EL ESPAÑOL

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  2. Muchas gracias María, por atreverte a decirlo en voz alta. Yo pensé que lo que me caerían serían críticas por no defender que todos los bebés deben aprender Inglés en las guarderías. Algo grave está pasando con nuestra lengua y, si no somos conscientes, sin darnos cuenta la habremos destruido. Por eso es bueno alzar la voz.

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  3. El ejemplo está un poco mal traído, los sellos se han acabado en las oficinas de correos, y los correos también, y ya que estamos aquí, creo que está prevaleciendo correo a email como suena, aunque hay una considerable cantidad de gilipuertas que dicen "imeil". Esos son los peores.

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  4. Era consciente de que en las oficinas de Correos ya no hay sellos -mi parienta trabaja en una de ellas-, pero me tomé la licencia de decirlo así, sin abundar en detalles para que tuviera más efecto. Porque, aunque no tengan sellos, sí que se presentan muchos guiris pidiéndolos en inglés u otros idiomas y tienen que mandarlos a los estancos, ya que no desean enviar una carta, sino tan solo llevarse un recuerdo. Además se van muy indignados porque nadie puede atenderles en Inglés... ¡Qué coño! Yo en parís tuve que chapurrear el francés, y si me desviaba mínimamente de la pronunciación "no querían" entenderme. Creo que en Londres es aún peor.

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