El Renacimiento buscó la belleza tomando como medida al ser humano. Estudió
proporciones e imitó a la Naturaleza, idealizando los modelos, llegando a
lograr la perfección en la representación de la realidad. Pero la narración
gráfica es un arte literario y no plástico, que únicamente utiliza la imagen como
herramienta narrativa, no siendo un fin en sí misma.
A pesar de todo existió también narrativa gráfica en el Renacimiento,
que intentaré ilustrar con unos pocos ejemplos. No será tan llamativa como en
la Edad Media, cuando el afán narrativo se hacía obsesivo para aleccionar a una
sociedad mayoritariamente analfabeta.

En la pintura del Quattrocento
hay auténticos hallazgos como en el Tributo de la Moneda. Es un
fresco de Masaccio realizado en el primer tercio del siglo XV. Aunque a primera
vista parezca una sola imagen es una completa narración gráfica, que funde
sobre un fondo-escenario tres momentos sucesivos. Leamos lo que nos cuenta el
autor en el orden que él nos propone. La vista acudirá en primer lugar al grupo
de figuras centrales. En este conjunto de rostros individualizados destaca
Cristo de entre sus apóstoles, todos ellos con el aura de santidad que pervive
de las representaciones medievales, aunque ahora ocupe espacio físico y se vea
en perspectiva, cual si fuera un sombrero. A la izquierda de Jesús está el
“malvado” recaudador de impuestos que pone al Señor en una disyuntiva espinosa,
pues si no paga significa que se rebela contra Roma y si paga se está
sometiendo al Imperio Romano en lugar de liberar a los judíos, que es lo que
ellos esperaban del Mesías. Cristo está vuelto hacia Pedro a quién insta a
cumplir la obligación tributaria y para ello señala hacia el lago. La desorientación
del apóstol, señalando en la misma dirección, hace que la vista del observador se
dirija hacia ese lugar donde, ¡oh sorpresa!, se encuentra de nuevo San Pedro
repetido, que ha obedecido a su patrón y manipula un pescado a orillas del
lago. Esta es la segunda escena que ocurre a continuación de la primera. Nos
dice la Historia Sagrada que Pedro extrajo una moneda del pez muerto de forma
milagrosa y eso es lo que se nos pinta. Ya sólo nos queda la zona derecha del
cuadro y ahí están de nuevo Pedro y el recaudador de impuestos, los dos repetidos
en la tercera acción y encuadrados ahora en un marco arquitectónico, que
implica un desplazamiento geográfico. El apóstol está cumpliendo la voluntad de
Jesús y pagando el tributo de la moneda. Podemos pensar que a esta histoira le falta algo para ser comprendida, pero eso nos pasa a nosotros, en el siglo XXI, que ignoramos en gran parte la Historia Sagarada. La gente a la que iba dirigida la conocía de sobra y no necesitaba inguna explicación para interpretar las escenas que descubría de forma intuitiva. La moraleja es conocida: a Dios lo que es de Dios y a Roma lo que es de Roma...
Vayamos ahora a otro de los grandes, El Bosco, en una de sus obras más
famosas,
El Juicio Final, fijándonos
en su famoso tebeo
La Expulsión del Paraíso. El Bosco hace algo
parecido a Masaccio, funde tres escenas sobre un mismo fondo paisajístico, pero
ahora se leen de abajo a arriba y de izquierda a derecha: la creación de Eva a
partir de una costilla de Adán, la representación de la “voluble” Eva, engañada
por la serpiente, ofreciendo a Adán el fruto del árbol prohibido y la expulsión
del Paraíso por un ángel de espada en ristre. Ya ven, otra historia “con moraleja”.

Pero la yuxtaposición de secuencias no siempre se realizó en un mismo
cuadro, sino que se realizaron series de cuadros, que debían ser leídos en un
orden determinado y, entonces, narraban una historia y, si no, no se
comprendían. Así uno de los mejores estudiosos de la perspectiva del Quattrocento, Paolo Ucello, pinta El Milagro de la Hostia profanada, que consta
de seis tablas realizadas entre 1465 y 1469 y relata un cuento medieval, de
tintes racistas para nuestros ojos de hoy, pero muy representativo de la
cultura de su tiempo. En el primer cuadro —podemos llamarlo sin equivocarnos viñeta—
una mujer está vendiendo una hostia a un mercader judío en su establecimiento
comercial, el cual tiene la secreta intención de quemarla. En la siguiente, en la zona
izquierda de la imagen, el mercader y su familia miran asustados el resultado
de la profanación ya realizada: De la chimenea parte un reguero de sangre
procedente de la hostia. En la zona derecha de la viñeta, por fuera de la casa,
están unos soldados intentando derribar la puerta para detener a los deicidas.
El recurso usado por el autor es modernísimo pues nos ofrece a un lado el
interior de la estancia y en el otro el exterior, atravesando el muro con la
vista, como si fuera un escenario. Cuando en el siglo XX hicieron lo mismo en
una historieta, o en el cine, pensaron sin duda que acababan de inventarlo. En la tercera viñeta se realiza una procesión que culmina en un altar
donde se consagra de nuevo la hostia. En la cuarta, la pecadora mujer, que vendió la hostia, va a ser castigada por unos
soldados, pero un ángel desciende de los cielos para interceder por ella… Claro,
¡era cristiana! En la viñeta quinta el pérfido
judío es quemado en la hoguera junto a su mujer ¡y sus dos hijos! En la última
viñeta la pecadora protagonista, una vez muerta, yace ante el altar donde se
reconsagró la hostia y dos ángeles se pelean con dos demonios por su cadáver.
Fin y otra moraleja.

Acabemos con uno de los autores cimeros del Arte Universal, que hizo un
maravilloso tebeo que está en el Museo del Prado. Boticelli pintó una serie de
4 tablas que iban insertadas en un mueble de madera, que fue regalo del enlace
matrimonial entre los hijos de las poderosas familias florentinas Pucci y Bini en 1483. Tres tablas se conservan en el Prado y la última en
el palacio Pucci de Florencia. La historia de Nastaglio degli Onesti es una adaptación de la octava novella de la quinta jornada del Decamerón
de Bocaccio. O sea, una adaptación al cómic de una novela, como se hace hoy en
día. En esencia relata la visión mágica, repetida hasta la saciedad, de la
muerte de una joven que “ha tenido la
osadía” de rechazar a su guapo y rico pretendiente… Les recuerdo que el
autor del cuento es Bocaccio. Veamos ahora la adaptación. Las tres primeras
tablas contienen varias secuencias cada una, sobre un mismo fondo, que son los
paisajes de la ciudad de Rávena donde transcurren los hechos. En la primera
viñeta el joven Nastagio degli Onesti
pasea por el bosque, cabizbajo ante la decepcionante negativa de su pretendida
a contraer matrimonio. En el centro de la imagen aparece otra vez el
protagonista, luchando contra unos perros que atacan a una mujer desnuda, que
no es otra que su amada y que inútilmente intenta escapar de la tortura. A la
derecha aparece un jinete que persigue a la dama, espada en ristre. En la
segunda viñeta Nastagio retrocede horrorizado por lo que está presenciando, el
caballero está extrayendo las vísceras del cadáver de la mujer, para echárselas
a los perros, los cuales ya se las comen a la derecha de la imagen. Al fondo de
la misma viñeta hay una escena más y es la repetición de la secuencia del
caballero persiguiendo a la joven desnuda. Con una argucia tan inteligentemente
nos cuenta Boticelli que la escena no es algo real, sino que tan solo es una
visión que se repite nada más acabar, ya que sería imposible perseguir y matar
más de una vez a la misma persona. En la tercera viñeta el escenario es un
banquete campestre entre las familias de los enamorados. Nastagio ha organizado el banquete en el mismo lugar donde se
reproduce incansablemente la espantosa escena para darla a conocer. Aunque
también es un guiño a los pretendientes, Bini
y Pucci, cuyos escudos familiares
cuelgan de los árboles. Y ahí está Natagio,
en medio, explicando lo que están viendo todos los comensales, totalmente
horrorizados, pues por la derecha de la escena llega la joven desnuda, cayendo
víctima de las dentelladas caninas con su perpetuo perseguidor a caballo, que
irrumpe violentamente. ¡Cualquiera se sigue negando a casar! La última viñeta
presenta el desenlace que, naturalmente, es el banquete nupcial de la peculiar
pareja, celebrado en el campo, aunque entre arquitecturas renacentistas.
Hay quien en estos ejemplos ha visto arte plástico, yo veo narraciones
gráficas, tebeos. Quitémonos las legañas.